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  • En muchos casos, quienes tienen la costumbre de fumar usan el cigarrillo como un método para lidiar con el estrés y las presiones. Por ello, se les dificulta abandonarlo

“Dejar de fumar no es fácil”, sostiene María Isabel Jove, de 67 años de edad, una mujer que actualmente vive con las consecuencias de fumar por varias décadas de forma regular. 

Ella vive en Caracas junto con sus tres hijos, quienes la apoyan en casa por su delicado estado de salud. En el año 2017 fue diagnosticada con enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). Aunque decidió dejar el tabaco definitivamente años antes porque su salud ya estaba afectada. 

Aunque ese diagnóstico no fue el primer “susto” que pasó como consecuencia del cigarrillo. María Isabel explicó que comenzó a fumar cuando tenía entre 14 y 15 años de edad, lo recuerda como una forma que encontró su grupo de amigas para empoderarse. Progresivamente, se convirtió en un hábito y el estrés y las tensiones diarias le hicieron subir la cantidad de cigarrillos diarios. 

Yo fumaba como 10 cigarrillos al día, como una caja cada dos días. ¿Qué me producía más necesidad de fumar?, las actividades sociales, estar en una discoteca, reunirse con amigos, el estrés del estudio y de la misma edad que no sabes qué hacer con tu vida y entonces eso aumentaba las ganas de fumar”, detalló María Isabel en una entrevista para El Diario. 

Explicó que al principio su nuevo hábito le causó problemas en sus relaciones familiares, porque era la hija menor de sus padres y ellos no veían con buenos ojos que fumara desde tan joven. Aclaró que una vez superada la adolescencia no recuerda que fumar le generara algún conflicto para socializar. 

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Los primeros avisos 

María Isabel es psicopedagoga de profesión, pero comerciante de oficio. Trabajó toda su vida y aún lo hace aunque moderadamente. Ella fue madre soltera de tres hijos, por lo que económicamente sintió muchas presiones en su juventud y el cigarrillo siempre fue un escape de esa realidad. 

Dejar de fumar: una decisión que prioriza la salud y da años de vida 
Foto referencial: Pixabay

“Yo tuve un episodio muy feo cuando mis hijos estaban pequeños. No podía dejar de toser y fui al médico. En ese momento me dijo que debía dejar de fumar pero no tuve el valor para hacerlo”, contó.

Esa primera crisis de tos ocurrió en el año 1994 y aproximadamente 10 años después recibió su segunda advertencia. 

Me dio una neumonía y estuve hospitalizada. Allí empecé a crear conciencia de que realmente tenía que dejarlo. No lo hice, pero era consciente de que debía hacerlo”, indicó.

La mujer retomó los cigarrillos apenas una semana después de que le dieran de alta del hospital. A pesar de la gravedad de la situación que había pasado, la necesidad de fumar fue lo bastante fuerte como para una recaída. 

Una decisión difícil 

En el año 2014, María Isabel notó como empeoraba su salud. La tos era constante, así como la dificultad para respirar y frecuentemente expulsaba flemas amarillas, verdes y hasta grisáceas. 

“Sentí que realmente estaba mal, que a lo mejor podía tener hasta cáncer. Me hicieron unos exámenes especiales y al final no salí con diagnóstico de cáncer, pero sí con enfisema pulmonar y con la tarea laboriosa de dejar finalmente el cigarrillo, porque ahora sí de verdad estaba mal”, relató.

Dejar de fumar: una decisión que prioriza la salud y da años de vida 
Foto referencial: Pixabay

A esa consulta la acompañó su hija Andreina, pero al final decidió no dejarla pasar porque tenía pánico de que escuchara que su mamá tenía cáncer o alguna otra enfermedad grave. 

Allí empezó su camino para dejar el cigarrillo. Casi un año después tuvo otra recaída y volvió a fumar por tres meses hasta que finalmente los dejó definitivamente. 

Mientras María Isabel intentaba evitar los cigarrillos, sufrió de mucho estrés y ansiedad, la misma que ella sentía que solo podía calmar fumando. En determinado momento sació esa necesidad comiendo chucherías, pero después se fue autorregulando.

Las consecuencias cambiaron su vida y la de su familia

Dejar de fumar: una decisión que prioriza la salud y da años de vida 

A pesar de que María Isabel no fuma un cigarrillo desde el año 2015, las consecuencias de tantos años de tabaco se acentuaron y hoy son parte de su realidad. En 2017 le confirmaron que padecía EPOC y requeriría de medicamentos y algunos cuidados especiales para tener calidad de vida. 

En 2022 su salud empeoró. Ella vivía con uno de sus hijos, porque los otros dos estaban fuera de Venezuela. En ese momento su hija decidió volver de España para apoyarlos a ambos y tiempo después el otro hijo hizo lo mismo y viajó desde Colombia de vuelta a Caracas. 

Entre los tres se turnan con las tareas del hogar y las necesidades médicas de María Isabel. Las consecuencias del cigarrillo cambiaron las vidas de todos ellos, aunque agradecen que la decisión de dejar de fumar en 2015 les regaló años de vida juntos. 

Uno aprende tanto de las experiencias malas como de las buenas ¿Qué recomiendo yo? Tienen que dejarlo, es verdad que hace mucho daño”, dijo.

La vida de María Isabel es completamente distinta a lo que fue cuando era fumadora. Ahora se cansa mucho y necesita de un concentrador de oxígeno para dormir o hacer actividades que le demandan mucha energía. Toma medicamentos diariamente y ocasionalmente usa medicinas con esteroides para expandir sus pulmones y expulsar el dióxido de carbono que queda dentro de ellos. 

En los últimos dos años, ella se ha sometido a tres operaciones y en todas ha tenido que ser anestesiada con epidural porque una entubación podría ser mortal. Su condición también le ha hecho difícil la recuperación tras las cirugías no solo en la parte pulmonar sino porque también sus tejidos y músculos se debilitaron por todos los años que fumó.

Aunque dejar de fumar es un esfuerzo personal, ella considera que el Estado podría tomar mayores medidas para combatir la adicción al tabaco al ver el daño que hace a quienes están expuestos. 

“Es algo que se debe combatir, quizás los que producen cigarrillos deberían pagar muchos más impuestos para desincentivar el consumo de tabaco en nuestro país”, sentenció.

Un panorama más favorable 

Cristian Briceño, de 30 años de edad, empezó a fumar en su adolescencia y progresivamente se convirtió en un hábito estrechamente vinculado con las actividades sociales. 

Comentó que comenzó fumando en fiestas y posteriormente se volvió parte de su rutina diaria. 

Recuerdo que empecé cuando tenía 16 años, estaba saliendo de bachillerato en ese momento. Llegue a fumar una caja diaria de cigarrillos y en los últimos años hasta dos cajas diarias” detalló en entrevista para El Diario.
Dejar de fumar: una decisión que prioriza la salud y da años de vida 
Foto referencial: Pixabay

Más allá del bienestar propio

El punto de inflexión para Cristian después de más de una década de fumar fue específicamente el 16 de agosto de 2023. Ese día adoptó una gata y decidió que por su bienestar era necesario dejar el cigarrillo. 

“Ahí dije ‘no voy a fumar más en la casa para no afectar su salud’ y así lo hice. No compré más cigarros y no fumé más”, dijo.

Aunque se mantuvo firme en su decisión de no fumar, internamente con la ansiedad y la imposibilidad de apaciguarla con un cigarrillo. 

Tuve que aprender a lidiar con la ansiedad. Hubo un momento en el que aumenté como 20 kilos porque que comía demasiado después de eso”, relató.

Admite que esa necesidad ha bajado, pero aún no se le quita del todo. Entendió que inconscientemente usó tanto el cigarrillo como la comida como métodos para mitigar la ansiedad cuando era necesario. 

Recordó que en la fiesta de Navidad de 2023 se sintió tentado a fumar nuevamente. Ese día compró una caja de cigarrillos. 

“La compré, pero después la regalé. Pensé primero en esperar para fumarla el día siguiente (25 de diciembre) pero al final no lo hice”, explicó.

Un cambio notable al dejar de fumar

Dejar de fumar: una decisión que prioriza la salud y da años de vida 
Foto referencial: Pixabay

Cristian explicó que en poco tiempo notó una serie de cambios asociados con dejar de fumar. Señaló que su resistencia física era mayor y además dejó de roncar mientras dormía. 

“Tampoco sentía mareos y noté un cambio en el sabor de los alimentos. La verdad es que mejoraron varios de los problemas asociados con el cigarrillo”, aclaró.

Aunque físicamente la mayoría es notable, un insistió en que desde el punto de vista psicológico ha sido más complicado. Señaló que esto podría ser porque su forma de abandonar el cigarrillo fue muy drástica. 

Yo recomendaría que no lo hagan como lo hice yo. No creo que la respuesta para dejar de fumar sea tener una mascota y que más bien deberían tratar de que sea algo progresivo”, comentó.

Indicó que si una persona fumadora tiene la intención de dejar el cigarrillo debería hacerlo de una forma más amigable y con un acompañamiento adecuado y que aún así se podrán tener los beneficios físicos y se toma la decisión a tiempo. 

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