- Mario Barrios relató su experiencia al asumir la crianza de Cristina, la hija de su pareja, cuando ella apenas tenía 5 años de edad
Mario Barrios describe la paternidad como una gran responsabilidad, pero que cuando se ejerce desde el rol de padrastro se vuelve aún más retadora, porque el afecto debe ganarse a pulso y además luchar contra los prejuicios que rodean a la etiqueta de padrastro.
Ahora ve con orgullo todo lo que hizo para conformar una familia y que finalmente lo llamaran papá. Su camino comenzó hace más de 20 años, cuando conoció a Rosa Colina. Ambos formaban parte de los Comités Bolivarianos de Salud del municipio Paz Castillo, estado Miranda, por lo que coincidían en actividades formativas frecuentemente.
“Un día fuimos a una actividad en el (teatro) Teresa Carreño y me llamó mucho la atención esa morenaza, entonces comencé a cortejarla. Tiempo después decidí comprarle un anillo y la invité al Gran Café en Sabana Grande y en pleno bulevar le pedí que fuera mi esposa. En el momento no me respondió que sí ni que no, pero su sonrisa me dijo todo”, contó en entrevista para El Diario.
Efectivamente el compromiso no se dio de inmediato, Mario tuvo que insistir mucho para que la relación se formalizara, porque no solo representaba empezar un matrimonio sino volverse una figura paterna.
Él sabía que Rosa era madre soltera, tenía una niña pequeña que además había sido dSer padrastro: una labor de amor y respeto que lucha contra los prejuiciosiagnosticada cuando tenía un año con una enfermedad dermatológica crónica. Cristina, la hija de Rosa, se había familiarizado con Mario desde pequeña porque su mamá la llevaba a las actividades de los comités de salud.

Un segundo aliento
Mario asegura que le agradece a Dios la oportunidad de haber desempeñado el rol de papá con Cristina, insiste en que el diagnóstico y la forma en que ella vive su vida siempre fue una inspiración.
“Para mí, Cristina fue como un segundo aliento de vida, porque me motivó mucho a seguir adelante y a usar todos los recursos que estuvieran a mi alcance para que siempre recibiera atención médica, sus tratamientos y superar sus momentos difíciles”, señaló.
Cristina, quien ahora tiene 20 años de edad, tiene talasemia, un tipo de anemia hereditaria que destruye los glóbulos rojos. Su salud podría mejorar con un trasplante de médula ósea, pero este procedimiento no está disponible en el país desde hace años y ha tenido que paliar su situación con transfusiones de sangre y otros tratamientos.
Pese a su condición, Cristina siempre fue una persona activa y extrovertida, por lo que por años participó en múltiples actividades como modelaje, actuación, música, concursos de belleza y locución, En todas esas facetas Mario estuvo allí apoyándola.
Mario dice estar seguro de que Cristina lo considera su papá por todos los años que han convivido y los momentos que han tenido que enfrentar juntos.
“Cuando nos conocimos ella sentía un poco de rechazo, pero su cariño me lo fui ganando a pulso y hoy digo con orgullo que esa es mi hija y que para ella yo soy su papá”, añadió.
El significado de la paternidad
Mario considera que la paternidad significa un camino lleno de desafíos para cualquier hombre, porque se basa en una serie de experiencias nuevas cada día. Cree que ejercerla como padre biológico es retador, pero como padrastro le agrega un nuevo nivel de dificultad.
“No es lo mismo para un niño o niña tener a su padre biológico que a una persona que apareció de repente en su vida porque le tiene afecto a su mamá. Por supuesto que eso al principio tiene una resistencia y un rechazo y hay que trabajar duro para ganarse el cariño y el respeto, pero siempre será una gran responsabilidad”, expresó.
Confesó que, quizás en ese esfuerzo por ganarse el cariño, fue muy consentidor con Cristina y reitera que todavía lo es en ocasiones.

Agregó que ser padrastro le dio un nuevo significado a su vida. Insiste en que al verse en retrospectiva no puede imaginar qué sería de él sin la que ahora es su familia.
Enseñanzas
Mario es creyente de que los hijos pueden dejar enseñanzas y lecciones duraderas en sus padres a medida que crecen. En su caso asegura que lo que ha aprendido de Cristia es a ser valiente.
“Elle le hace honor a su segundo nombre: Valentina. Porque es valiente y una luchadora, tiene mucho deseo de vivir y eso para mi ha sido motivo de admiración. Ha pasado momentos muy duros con su salud y no ha decaído, sino que se levanta y renace como el ave fénix”, explicó.
La determinación para fijarse una meta y culminarla es otro de los aprendizajes que le ha dejado la forma de ser de su hijastra. Aseguró que la joven es muy disciplinada con sus proyectos y no deja que se interpongan en sus objetivos.
“Sus problemas de salud nunca han sido un obstáculo, sino más bien una motivación para seguir adelante y eso me hace sentir mucho orgullo”, agregó.

Luchar contra los prejuicios
Mario entiende por qué la etiqueta de padrastro tiene una percepción más negativa que positiva en la sociedad. Reiteró que quien asuma el rol debe hacerlo desde el respeto y la responsabilidad.
“En estos tiempo que estamos viviendo sí hay una mala percepción sobre los padrastros y esto se debe a tantos casos de abuso y violación que cometen los padrastros con sus hijastros. Uno entiende por qué cuando una mujer con hijos quiere establecer una nueva relación es una situación que genera desconfianza dentro la familia”, dijo.
Comentó que en los núcleos familiares es común escuchar comentarios como “no vayas de dejar sola a la niña con alguien que no es su papá”, “tú no sabes si ese hombre le va a echar una broma a esa niña”. Explicó que si bien es difícil escuchar esas cosas, hay que comprender el temor que pueden sentir otros miembros de la familia.

Considera que quien decida asumir la crianza de los hijos de su pareja tiene que poner el respeto como la base de la relación con sus hijastros. Alegó que demostrar que se es una persona de confianza y brindar apoyo incondicional pueden ser clave para ganarse el derecho de en algún momento ser llamado papá.