Aviso: Si bien en esta nota se habla de la vida de los personajes de La Vieja Guardia, no se habla de la trama de la película (así que lo que leas aquí, si bien son detalles menores, no va a arruinártela).

Si vivir unas pocas décadas como cualquier ser humano parece una tarea complicada, no debe ser fácil vagar por el mundo durante siglos. Sin embargo, estos cinco soldados inmortales lo han hecho y, además, luchando incansablemente. Ellos son The Old Guard (La vieja guardia) y son los protagonistas de la nueva película de Netflix. Conocer sus historias, -sin spoilers de la trama principal de la cinta- puede ayudar a comprender la difícil tarea de ser vivir para siempre. 

“¿Quién eres?”

“Andrómaca de Escitia. Pero puedes llamarme Andy. Soy la líder de un grupo de inmortales. Un ejército, supongo. Soldados, guerreros como tú”.

—“¿Un ejército de cinco personas? ¿Por qué no mejor empezamos una banda?”

Si la ves, le calculas 40 años de edad. Pero realmente tiene 6.000. Esta mujer ha visto desde la caída del Imperio Romano hasta la caída de las Torres Gemelas. Ahora sonríe ante las ocurrencias de Nile, por más cansada que esté. Niega con la cabeza al pensar que sus primeras conversaciones fueron lanzándose golpes y patadas.

Los otros miembros de La vieja guardia también son así de antiguos: Nicky (Luca Marinelli) y Joe (Marwan Kenzari) se conocen desde Las Cruzadas, Booker (Matthias Schoenaerts) murió por primera vez luchando con Napoleón. La nueva recluta es Nile (Kiki Layne), asesinada en Afganistán, y quien volvió de la muerte para quedarse.

“Entonces… ¿ustedes son buenos o malos?”, pregunta Nile, a lo que Joe contesta: “Dependiendo del siglo”. Nicky es más claro en su respuesta, diciendo que realmente luchan por lo que ellos consideran que es correcto. Dependiendo de cada conflicto, toman el bando con el que más se identifiquen.

Pero el hacha de doble filo circular de Andy está rozando el suelo, caída. Sus manos no quieren levantarla. Por más que Booker le diga: “Esto es lo que hacemos, jefa”, Andrómaca de Escitia no quiere luchar más.

“Ella ha perdido la fe en la humanidad”, confiesa Charlize Theron en una entrevista con Variety. La actriz interpreta a Andy en el filme, basada en el cómic de Greg Rucka con el mismo nombre y bajo la dirección de Gina Prince-Bythewood.

Para Theron, Andrómaca siente que sus esfuerzos por hacer del mundo un lugar mejor, han sido en vano. En la película se lo dice a sus amigos: “¿Han visto las noticias estos días? El mundo no está mejor, está peor, no importa lo que hagamos”.

“Nada que vive, vive para siempre”

Italo Calvino, escritor y conferencista de la Universidad de Harvard, sugiere que “la vida nos arrastra naturalmente hacia el deterioro y finalmente, hacia la muerte”. Pero este no es el caso de los miembros de La vieja guardia. Un día mueren, reviven y no envejecen más. Sus heridas sanan en un parpadeo. Les pueden disparar en el rostro y caerán inconscientes, levantándose segundos luego escupiendo la bala. Y así, durante siglos.

No saben ni cómo ni cuándo ni por qué, pero algo decidió que ellos no iban a morir. Por eso han vivido durante tanto tiempo, y han visto a la humanidad cometer los mismos errores una y otra vez. Cada uno lidia con eso como puede.

Nicky y Joe se tienen el uno al otro. El mejor amigo de Booker es el alcohol. Andy carga sus memorias a cuestas como su propia cruz, a pesar de que no cree en Dios. No solo porque Jesucristo debía de ser un niño a sus ojos en la época en la que vivió en Israel, sino que a ella también la adoraron como una diosa en tiempos remotos. Pero Andy no se siente una heroína, mucho menos una deidad.

Stanislaw Lec, el escritor polaco, dice que “el primer requisito de la inmortalidad es la muerte”. Claro, porque el inmortal no puede morir. Pero esa es la raíz del problema con este ejército de cinco soldados.

Andrómaca aún se tortura por haber abandonado a su primera amiga inmortal, Quynh. Es probablemente lo que más le duele. Eso y la muerte de Lykon, su segundo compañero que ella creía eterno. Porque sí, estos inmortales pueden morir también. “Un día, tus heridas ya no se cierran, no sabes cómo ni por qué”, explican en la película.

Así que, a pesar de que ha vivido durante milenios, Andrómaca de Escitia, como el resto de los miembros de La vieja guardia, sabe que algún día morirá.

La vieja guardia
Foto: Aimee Spinks / Netflix

Ser inmortal es más que solo no poder morir

¿Qué es realmente, ser inmortal? Los filósofos griegos decían que la muerte no llegaba cuando se dejaba de respirar, sino cuando la última persona que te recuerda, deja de existir. El famoso científico Albert Einstein sugería que la inmortalidad se alcanza con trabajo, creando cosas que duren más tiempo que nosotros en este planeta.

Pero no necesariamente el boleto dorado para conseguir la inmortalidad es el trabajo honrado. A veces, es más un ticket negro. El economista estadounidense, John Kenneth Galbraith, señala que “aunque todo lo demás falle, siempre podemos asegurarnos la inmortalidad cometiendo algún error espectacular”. ¿O cuántos no han llegado ser recordados como villanos porque en vida cometieron grandes crímenes y atrocidades?

Más de una religión reflexiona sobre la vida eterna, garantizándole a sus feligreses que esta existe después de la muerte. Incluso, el abogado, político y escritor francés Maximilien Robespierre, quien profesaba el deísmo, lo dice: “La muerte es el comienzo de la inmortalidad”.

Es como si el humano le tuviera tanto miedo al final, a lo desconocido, a la “nada” que puede haber después de cerrar los ojos por última vez, que prefiere pensar en la muerte como una especie de “tránsito”. Muere tu cuerpo pero no tu alma. Por lo tanto, no has muerto de verdad. No desapareces. Solo cambias de plano.

Pero lo que sí es seguro es que “morir es más fácil que vivir”, como escribió el actor, dramaturgo y compositor Lin-Manuel Miranda. Andrómaca y los miembros de La vieja guardia le dan toda la razón.

¿Quiere ser inmortal?

“Todos hemos fantaseado con ser inmortales alguna vez”, asegura Charlize Theron en una entrevista con Netflix. Sin embargo, señaló que las personas no entienden lo que eso realmente implica.

Los argumentos siempre son los mismos. Unos dirán que prefieren ser jóvenes eternamente antes que marchitarse como una pasa viviente por los siglos de los siglos. Otros defienden cada etapa de la vida como maravillosa y que por algo toca vivirlas.

Y como el humano vive para amar y ser amado, el aspecto que más aterra a cualquiera de la inmortalidad es la soledad. Andrómaca de Escitia vagó durante cientos de años sola por el mundo antes de encontrar a Quynh.

Sí, podía tener amigos, conocidos, pero nadie que entendiera realmente el peso del tiempo sobre sus hombros. Y si bien no somos inmortales, podemos hacernos una idea de lo que se sentiría serlo. O al menos, eso es lo que intenta explorar este largometraje.

“No es lo que el tiempo se roba…”

Si Andy está en el mundo desde que apareció la rueda, es normal que esté cansada. Tanto es así que “ella dice que no recuerda su edad”, asegura Booker, “y probablemente sea cierto”. Los mortales sufrimos de crisis de los 25, de los 30, de la mediana edad… Andrómaca ni siquiera celebra su cumpleaños, y si lo hace, no sabe cuántas velas ponerle al pastel.

Esto podrá parecer tonto pero no lo es. La edad es una de las muchas cosas que nos definen como personas. ¿Por qué nos parece que un chico de 17 años es un niño y uno de 18 es un adulto? Hasta hablamos de “padres viejos” o “padres jóvenes” si tuvieron a sus hijos entre los 20 o los 30, y ni imaginarse si el primer hijo vino cuando ya tenían 40 o más.

Si la edad es tan determinante, no saberla debe dejar un vacío importante. La edad, desde tiempos remotos, es sinónimo de sabiduría. “Más sabe el diablo por viejo que por diablo”, ¿no es así? Siempre los Consejos de las tribus o de civilizaciones mucho más avanzadas, estaban compuestos por ancianos exactamente por eso.

En las historias de vampiros, siempre resulta más atractivo que estos seres sobrenaturales tengan cientos de años de edad y no solo unas pocas décadas. El hecho de tener tanto tiempo sobre la Tierra nos resulta intrigante por la cantidad de experiencia acumulada. Pero eso es para nosotros que no hemos vivido tanto. Sí, se es sabio si se vive demasiado… ¿pero a qué costo?

Es imposible tener una discusión sobre la inmortalidad y no hablar sobre nuestros seres queridos. Siempre es aterrador pensar que uno se quedará detenido en el tiempo, mientras verá a los demás envejecer y morir. Por eso Andy y Booker, cada uno en su momento, tienen una seria conversación con Nile sobre contactar a su familia luego de enterarse que es inmortal.

Pero no es solo decirle “no puedes acercarte a ellos más nunca”. Exponen dos escenarios muy distintos, muy complejos y que rara vez se exploran con este tema.

“No recuerdo cómo lucía mi madre, ni mis hermanas”, confiesa Andrómaca en la película. Digerir esto es complicado. Aquellos que hemos tenido la dicha de crecer rodeados de nuestra familia, pensar que podremos vivir hasta un momento en donde no los recordemos, es hasta más doloroso que perderlos.

Un simple mortal puede perder a toda su familia en cualquier situación: accidente, crimen, enfermedad, lo que sea. Y es típico el caso de jóvenes que nacieron y sus abuelos o padres murieron al poco tiempo, por lo que no los recuerdan. Pero vivir toda una vida con alguien y con el paso del tiempo, lograr olvidarlo hasta no recordar su rostro, es otro nivel de dolor.

“… es lo que el tiempo no te deja olvidar”

Y sin embargo, quisiera Booker no recordar a su hijo. Tuvo tres, pero el menor murió a los 42 años. Cáncer. Cuando Booker fue a verlo en el hospital de la época, su hijo lo confrontó, exigiéndole que compartiera con él su secreto de la inmortalidad. Que lo contagiara con su condición. Como si él fuera un vampiro y le estuviera pidiendo que lo convirtiera en uno.

Ya dijimos que ningún miembro de La vieja guardia sabe cómo se volvió inmortal, pero cuando Booker le dijo esto a su hijo, él lo llamó mentiroso. Lo llamó débil. Egoísta. Mal padre por no querer salvarlo, cuando realmente Booker hubiese querido hacerlo, pero no sabía cómo. Su última conversación con su hijo fue una discusión. Y sabía que nada de lo que dijera podría arreglarlo.

El alcohol le sirve como consuelo para acelerar el paso del olvido. Él necesita borrar eso. Superarlo. Saber que los últimos momentos que pasó con su hijo no fueron un tormento por su culpa, sino por una cruel jugada del destino. E intentar no pensar en que su hijo probablemente murió odiándolo.

Pero Nile es joven y testaruda. La nueva recluta le dice a Andy que sí, eventualmente sus familiares se darán cuenta de que no ha envejecido ni un solo día, pero para eso faltarán años. Los ojos de Andy le dan la respuesta que no quiere escuchar: ¿Y qué te garantiza que en ese momento no termines como Booker? ¿O que sea aún más dolorosa la partida? ¿Cuándo dices “hasta aquí llegué, ahora me voy”?

Nile sabe que Andy y Booker tienen razón. Por más que le duela.

Escena de la película La vieja guardia
Foto: Aimee Spinks / Netflix

¿Qué personaje histórico quisieras conocer?

El mundo ha cambiado demasiado en los años que tiene la humanidad sobre la Tierra, y con cada año que pasa, cambia aún más.

En solo 100 años, una edad que algunas personas hoy -sin ser inmortales- han alcanzado, se han visto dos guerras mundiales. Se inventó el teléfono, la radio, la televisión, el Internet, grandes naciones han caído y otras han aparecido. Si eso es solo el último siglo, imagínense todo lo que Andy y los miembros de La vieja guardia han visto y vivido.

En una cueva que tienen como refugio, hay almacenadas cualquier cantidad de objetos, como el garaje o el maletero de nuestras casas, donde el arbolito de Navidad sintético está al lado de las cañas de pescar que usaste una vez, y la bicicleta con los cauchos pinchados que dijiste que cambiarías hace tres meses. La diferencia entre nosotros simples mortales, y la cueva de La vieja guardia, es que Andy, ahí tiene, entre muchas otras cosas, una escultura hecha por el mismísimo Rodin.

Para los que no sepan, Auguste Rodin fue el escultor francés más famoso del siglo XIX, contemporáneo del Impresionismo, considerado “el padre de la escultura moderna”. Entre sus obras más famosas está “El Pensador”. Cuando Nile le pregunta a Andy cómo llegó ese Rodin a esa cueva, Andrómaca responde que lo conoció en persona.

A esto quería llegar. El mundo está en constante cambio y nuevos genios en distintas áreas, desde las artes hasta las ciencias, surgen todos los días. Personas que pasarán a la historia por su trabajo, por la huella que dejarán en el mundo, la inmortalidad de la que hablaba Einstein. Imagínense, por un segundo, haberlos conocido en persona.

Y no solo a estos genios, sino a su contexto. ¿Conocer la París luego de la caída de Napoleón y haber charlado con Victor Hugo? ¿Visitar el taller de Leonardo Da Vinci en la Florencia de los Medici? Ver esas ciudades en su momento, entender quienes las habitaron y verlas hoy, con estos genios contemporáneos, debe ser como estar en dos mundos completamente distintos pero que llevan el mismo nombre. Vivir eso debe ser, como mínimo, intrigante.

Encontrándole el sentido a la inmortalidad

Si bien es cierto que otro argumento en contra de la inmortalidad es que la vida sólo tiene sentido porque es finita, Andrómaca y sus amigos nos demuestran lo contrario, a pesar de que en la película ella es la última en darse cuenta.

La vida tiene sentido si sabemos qué hacer con ella. Constantemente buscamos para qué somos buenos, cuál es nuestra pasión, tenemos sueños que queremos realizar. Pero si alguien no tiene nada de esto, inmortal o no, va a sentirse perdido. Séneca tenía razón, “para quien desconoce hacia dónde va, todos los vientos son desfavorables”.

Andy, durante 6.000 años se ha sentido indestructible, extraordinaria, porque lo es. Pero si ha olvidado hasta a su familia, ¿cómo no va a olvidarse también de que es una guerrera sin igual? La palabra “obviar” viene de que algo es tan obvio que lo ignoramos. Muchas veces, pequeños pero significativos eventos en nuestras vidas, nos abren los ojos y vemos lo que siempre estuvo ahí.

Ella, como sus cuatro compañeros, ha encontrado el sentido de su inmortalidad en ayudar a otros. Cuando Andrómaca y el resto La vieja guardia deciden pelear por causas justas, están poniendo al servicio de los demás, la inmortalidad que ya poseían. “Quién no vive para servir no sirve para vivir”, dice la Iglesia, ¿no?

Exponerse a peligros de los cuales saldrán caminando, luchar por los que no pueden defenderse, proteger a los más necesitados, es lo que han estado haciendo durante milenios… y a Andy se le había olvidado que aún existe gente por la cual vale la pena luchar. Hasta que Nile llegó, no sólo para unirse a este equipo, sino para recordárselo.

Copley (Chiwetel Ejiofor), otro de los personajes de la película, lo deja más que claro: “ellos salvan una vida y dos o tres generaciones después, nosotros vemos los beneficios de esa decisión”.

No todo está perdido y aún hay mucho por ganar.

Además, si cuenta con unos buenos amigos con los cuales compartir su condición, la soledad desaparece, el dolor se comparte -por más que dure poco-, y la misión se hace más llevadera. Incluso, da gusto saber que no está luchando sola. “Saldremos de aquí como siempre, juntos”, es la orden que da Andy hacia el final de la película. Es lo único que sus compañeros necesitan escuchar.

Elenco de la película La vieja guardia
Foto: Aimee Spinks / Netflix

“No decidimos cuándo moriremos, pero sí podemos controlar cómo vivimos”

El famoso padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, da en el clavo para el comportamiento humano diciendo que “cada uno de nosotros tiene a todos como mortales menos a sí mismo”.

Es para pensarlo. Hacemos planes para mañana, para la semana o el mes que viene, para cuando termine la cuarentena, como si supiéramos que vamos a vivir hasta entonces. Como si nada pudiera ocurrir en un segundo que acabe con nuestra existencia de aquí a la siguiente fecha en la que estemos pensando.

La gente dice que vive un día a la vez, pero siempre tenemos la mirada puesta en el futuro. En los días por venir. Sí, quizás unos más que otros, pero incluso, los que menos ven hacia delante, están pensando en qué van a cenar cuando están almorzando. Porque el presente no existe, realmente es el futuro más inmediato que se va convirtiendo en pasado a medida de que lo vamos viviendo.

El caso de La vieja guardia, vivir durante siglos sabiendo que van a morir, ¿es inmortalidad o juventud prolongada? ¿Pero eso no es una versión estirada en el tiempo de nuestras propias vidas? ¿O nuestras vidas no son una versión bastante reducida de la inmortalidad que viven Andrómaca y los demás?

“Cada vida hace su propia imitación de la inmortalidad”, dice el escritor Stephen King. Y es cierto. Nunca pensamos en que podemos morir en cualquier momento. Vivimos con miedo de perder a los que nos rodean, pero asumimos que seguiremos viviendo luego de que ellos se hayan marchado.

Decimos que uno, dos, cinco años es demasiado, pero luego de que te gradúas de la universidad, terminas con tu pareja, llegas al día que te vas a casar o te vas del país luego de meses planificándolo, te das cuenta de que todas esas horas, días, semanas, pasaron volando.

¿No es eso vivir como inmortales? ¿Donde el tiempo se siente pesado y a la vez ligero, tanto, que no nos damos cuenta de que ha pasado?

Lo importante es darse cuenta de que con cada segundo que pasa, se está más cerca del final. No es para alarmarse, es solo para concentrarse en encontrar qué le da sentido a nuestra existencia -inmortal o no- y hacer algo útil con ella. “Para llevar a cabo grandes empresas hay que vivir convencidos, no de que somos longevos, sino inmortales”, diría el empresario industrial Henry John Kaiser.

Y por supuesto, con cada segundo que pasa, también estamos más cerca de que acabe la pandemia y comience la producción de la segunda entrega de La vieja guardia, donde veremos otra vez a Andrómaca y a sus amigos, encontrándose con un pasado que vuelve al presente.

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