- Durante su visita de un mes, la viajera y documentalista de 27 años de edad exploró destinos como La Grita, Canaima y Margarita, pero también se trasladó a Petare haciendo uso del Metro de Caracas. En entrevista para El Diario detalló que le gusta enseñar “el otro lado” de los países que visita en referencia a lo que tradicionalmente no muestran los medios o los turistas. Foto: José Daniel Ramos
Su viaje a Venezuela no fue minuciosamente planificado, pues parte de mochilear consiste en adaptarse a distintos entornos socioculturales y estar preparado para sortear imprevistos. Pero Leila Kazemi, de 27 años de edad, tiene algo más: facilidad de conectar con las personas, lo que le sirvió para vivir de cerca los paisajes y la cultura de un país que queda a más de 9.000 kilómetros del suyo.
Hija de inmigrantes árabes, pero nacida y criada en Estocolmo, Suecia, se describe a sí misma como una persona muy sociable en parte —dice— porque creció en un vecindario multicultural. De hecho, además de sueco, habla árabe, inglés y español. Lo que más le gusta de viajar y lo que la llevó incluso a adentrarse en Petare, al este de Caracas, es conocer a las personas, sus costumbres y cómo viven.
Leila llegó al país desde Colombia tras un viaje de 17 horas en autobús que la dejó en Cúcuta. De ahí su espíritu de aventurera la hizo cruzar la frontera hacia el estado Táchira, donde conoció a una familia “muy amable” que la recibió, Carmen y Guillermo. Eso hizo que no necesitara la carta de invitación que le pedían las autoridades locales para darle ingreso.
Un mes recorriendo el país
En San Cristóbal convivió el primer día de su estadía con la señora Carmen, a quien describe como la típica mujer venezolana —aunque remarcó que en el “buen sentido” de la palabra—. “Me recibió con los brazos abiertos, siempre estaba bailando (…), estaba súper feliz todo el tiempo y hablaba con todos”, agregó. Después de allí, visitó La Grita y antes de salir de la región andina destacó la amabilidad y hospitalidad de los gochos, como se les conoce coloquialmente a los tachirenses.
Como parte de su vida mochilera, Leila comenta que quiso viajar en autobús desde San Cristóbal hasta Caracas, pero la imposibilidad de usar sus tarjetas de crédito en el país —dados los problemas de conectividad con bancos extranjeros— la obligó a llevar una cantidad considerable de dinero en efectivo.
Bajo ese escenario, prefirió tomar un avión, ya que le advirtieron sobre la posibilidad de que los militares revisaran sus pertenencias en las alcabalas y que incluso pudieran “robarla”. “Esa situación me afectó”, dijo, aunque mencionó que no tuvo ningún inconveniente con las autoridades.
Ya en la ciudad capital, relató que para ir a Petare viajó sola en el Metro de Caracas, un sistema que considera “innecesariamente complicado” para ingresar. Sin embargo, comentó que el personal le facilitó el acceso al darse cuenta de que no tenía una tarjeta por ser extranjera. Entre bromas dijo que incluso alguien en el subterráneo le preguntó por una dirección y ella no supo qué decirle.
Caracas es considerada una ciudad peligrosa por sus altos índices delictivos, sin embargo, Leila afirmó que en ningún momento se sintió insegura. “No viví en hoteles y eso demuestra que si no me sintiera segura, no estaría viviendo con la gente”, acotó. Dijo que al llegar a Petare, la recibió Misael, un lugareño que le mostró partes del barrio, la llevó a jugar baloncesto con algunos niños y se tomó hasta una cerveza que describió como “súper suave” y “propicia” para el calor que hacía en ese momento.
“El barrio más grande de toda América Latina lo tienen aquí, por lo tanto, es una parte importante de la sociedad. Y creo que es importante mantener una mente abierta y no olvidar a estas personas, porque no todo es malo”, expresó la mochilera sueca, quien dijo que el lugar le recordó a las favelas en Brasil, pero con la diferencia de que en Venezuela la gente se mostró más abierta a conocerla y “súper interesada” en que ella fuera a visitarlos.
Leila destacó que durante su visita a Caracas estuvo con Laura, su contacto principal en la ciudad, además de Nilson y Andrea. “Con todos estoy muy agradecida”. Relató que se sintió como la prima que está en el extranjero y va de visita a sus casas, una situación que es común experimentar en Venezuela dada la emigración de 7,2 millones de personas, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) debido a la crisis.
Canaima, el paraíso predilecto
Ubicado en el estado Bolívar, el parque nacional Canaima se ha convertido en uno de los destinos turísticos predilectos para visitantes tanto nacionales como extranjeros y era algo que Leila no se iba a perder.
La mochilera sueca confesó que su expresión favorita venezolana es “arrechísimo”, algo que —según dijo— tiene mucho poder y le sirvió como medio para expresar el asombro que sintió al ver el Salto Ángel, la cascada más alta del mundo con una caída libre de agua de casi 1.000 metros de altura.
“Pasé 10 días en Canaima y fue mágico”, expresó Leila al destacar la diversidad de espacios naturales que tiene Venezuela. “Ustedes tienen las montañas, tienen la costa, tienen la selva, tienen la sabana (…)”, dijo.
Comentó que estuvo en las Cataratas del Iguazú, ubicadas en la zona fronteriza de Brasil y Argentina, y aunque destacó la belleza de ese lugar, considerado como patrimonio de la humanidad por la Unesco, dijo que en el Santo Ángel se sintió “realmente” en contacto con la naturaleza por lo intocado que está.
Leila pudo mochilear en Canaima, pero comenta que fue difícil hacerlo. Allá convivió en el pueblo —no en hoteles— donde estuvo en contacto con los lugareños, es decir, los indígenas pemones, quienes le mostraron su hogar.
“Francesco y Catherine fueron los principales contactos allí (en Canaima) que me ayudaron, pero conocí a mucha gente increíble”, dijo. Por otra parte, recomendó reservar con anticipación a quienes quieran asegurarse de visitar todas las áreas del parque, porque de lo contrario, “nada está garantizado”.
Una gastronomía “común” en América Latina
Leila confesó que el sabor de la tradicional arepa de maíz no fue su favorito y que prefería, en cambio, las arepas hechas de trigo que son características de la región andina. Comentó que la mayor parte del tiempo probó comida casera en vista de que se hospedaba en casas familiares y no en hostales, ya que no vio que existiera ese tipo de hospedaje en el país.
Aunque percibió la gastronomía local similar al resto de otros países de América Latina, como Colombia, dijo que su plato venezolano favorito fue el pabellón criollo, que se compone principalmente de arroz blanco, carne mechada, caraotas negras y plátanos fritos rebanados en tajadas.
Cuando llegó a Margarita, Nueva Esparta, su último destino durante su viaje en Venezuela, quedó encantada con la comida del mar. Una bebida que describió como “increíblemente buena” fue la cocada, que se elabora con coco rallado, agua y azúcar. De hecho, en TikTok se hizo viral un video de ella donde la prueba.
@ledejesus_ #Venezuela #Cocada #Turistando #Caracas #Entretenimiento #Travel #TravelBlogger
♬ sonido original – Luis De Jesús | @Ledejesus
Algo que le llamó la atención durante su estadía en la región de Canaima fue el uso de picante en la comida, una característica poco común de la gastronomía venezolana. “Fue algo que no vi en el resto del país”, detalló.
La crisis de los servicios básicos es evidente
Leila no dejó de destacar las bellezas naturales del país, pero también señaló que la crisis de servicios básicos era evidente en el interior del país. “En todas partes, excepto en Caracas, todas las familias con las que me quedé tenían cortes repentinos de electricidad y agua”, señaló, al tiempo que dijo que es una situación que está empezando a ocurrir en Irak, de donde son sus padres.
Venezuela ha estado enfrentando una grave crisis energética en los últimos años. En marzo de 2019 una falla en la Central Hidroeléctrica Simón Bolívar dejó sin electricidad a casi todo el país durante prácticamente una semana.
“Es algo que es desgarrador y también muestra por qué la gente está tan feliz de que vengas, porque la gente, a pesar de todo eso, siempre da sin importar lo mucho que tenga”, dijo.
De hecho, reveló que quiso visitar el país en el año 2019, pero en ese entonces su español —que ahora domina con fluidez— “no era el mejor” y la situación social del país complicaba más su viaje que en la actualidad.
“Quería ver toda América Latina, así que definitivamente Venezuela siempre estuvo en la lista”, dijo Leila.
Leila insta a quienes quieran visitar el país a “dejar el miedo”. Aconseja planificar con anticipación el viaje debido a que deben estar al tanto de que sus tarjetas de banco funcionen en el país o contar con suficiente disponibilidad de efectivo para su logística. Añade que deben contar con métodos de pago alternativos en caso de que los principales fallen.
¿Un documental sobre Venezuela?
Algo característico de los viajes que realiza Leila como mochilera es su interés en mostrar el “otro lado” de los países que visita, es decir, las zonas populares cuya población considera importantes y que por seguridad sus conocidos le han recomendado no visitar. Tiene previsto regresar al país para, además de visitar Mérida que fue un destino que le recomendaron mucho, hacer un documental sobre la cultura y su gente.
“Realmente quiero hacer un documental en Venezuela. Esta es una de las razones por las que quiero volver, porque ahora tengo contactos y entiendo mejor el país. Así que quiero regresar con mi compañero (Hiram), ya que hacemos los documentales juntos”, afirmó. Mientras tanto, sigue mostrando el país a través de su cuenta en Instagram u otras redes sociales.
Ya tiene experiencia elaborando documentales. Por ejemplo, en agosto de 2021 realizó uno que publicó en YouTube llamado The other side of “Narco-Town”: Culiacán, México, para mostrar la otra cara de esa ciudad, comúnmente asociada con el narcotráfico y los carteles. Allí conoció a su amigo Hiram, nativo de la zona, y con quien ahora graba esos proyectos audiovisuales.
A mediados de este mes publicó otro documental, denominado Jordan: Beyond Tourism, donde destaca diferentes aspectos de Jordania como los lugares, las personas, la cultura, la hospitalidad del Medio Oriente y la importancia del turismo sostenible en el desierto de Wadi Rum.