- Tres jóvenes se unieron para identificar los riesgos que corren las mujeres en la ciudad y qué puntos podrían servir de apoyo para las víctimas de acoso callejero. Foto: @CaracasEscribe
Jhoana Chirinos, una estudiante de 20 años de edad, relató que en al menos 32 oportunidades recibió comentarios o miradas no deseadas por hombres mientras recorría las calles de la zona norte del municipio Chacao (Caracas).
Aunque su reacción normal sería ignorarlos, alejarse y olvidar, esta vez hizo un esfuerzo por memorizar sus rostros y expresiones. El objetivo de esto fue cumplir con un ejercicio para detectar en qué zonas de la ciudad ocurren estos episodios con mayor frecuencia.
La actividad fue parte de un mapeo organizado por Calles Moradas, una iniciativa que surgió con la esperanza de hacer la capital venezolana más segura para las mujeres. Jhoana es una de las fundadoras del proyecto, pero también asumió el papel de “carnada” durante la actividad.
Su tarea consistió en caminar sola por varias calles del sector hasta completar el recorrido de 2,5 kilómetros. Sin embargo, la joven fue observada a una distancia aproximada de cuatro metros por un grupo que documentó y señalizó los espacios y momentos en los que recibió algún tipo de acoso callejero.
El mapeo de Calles Moradas
La ruta trazada por el equipo de Calles Moradas comenzó a las afueras de la estación Chacao del Metro de Caracas. El grupo caminó hacia la calle Élice para recorrer la zona norte del municipio.
Dos integrantes del equipo debían marcar en el mapa los puntos donde Jhoana era víctima de algún tipo de acoso callejero. Por otra parte, un segundo grupo marcaba los espacios que parecían más inseguros y aquellos locales comerciales que podrían servir de refugio en el futuro.
Las miradas lascivas fue lo primero que se logró identificar. En el mapa se marcaron con puntos amarillos, mientras que los comentarios eran representados con un cuadro rojo. Otro indicador que se registró en la ruta fue la presencia o ausencia de funcionarios policiales, con un rectángulo y un signo de interrogación gris respectivamente.
Estas expresiones vinieron en su totalidad de hombres, la mayoría de ellos aparentaba tener más de 40 años de edad.
La plaza Bolívar y el Mercado de Chacao destacaron por su soledad, pero en las adyacencias no faltaron las señales de acoso callejero. Jhoana se detuvo al final del mercado para confirmarle al grupo de observación que un policía se acercó para decirle “hola, preciosa”.
Espacios como la plaza de La Castellana y la plaza Altamira fueron algunos de los lugares emblemu00e1ticos de la ruta. En sus alrededores encontraron una ausencia casi total de cuerpos de seguridad. Ademu00e1s, desde las paradas de taxi y mototaxi salieron varios comentarios sobre la apariencia fu00edsica de la joven.
Riesgos
Cuando el grupo se acercaba a la zona de Los Palos Grandes fue cuando observaron más riesgos potenciales: Aceras en mal estado, calles vacías, y cuadras con varias licorerías fueron señaladas en el mapa como posibles peligros.
Jessika Ramírez, coordinadora de comunicaciones y fundadora de Calles Moradas, intervino en esa parte del recorrido para contar una experiencia previa de acoso en ese sector.
Recordó que, cuando se dirigía a un edificio en la zona, un hombre la siguió en un vehículo. La persona intentó persuadirla para que abordara el auto. Jessika dio al menos tres vueltas por diferentes cuadras del sector hasta que lo perdió de vista. “Todo lo que quería era evitar que viera a qué edificio iba a entrar”, recalcó.
En una de esas calles Jhoana se topó con un grupo de varios hombres reunidos. Al no poder evadirlos porque la acera era estrecha, tuvo que atravesarlos. “Hola, mami”, “buenas tardes, hermosa” y “cómo estás, mi amor” fueron algunos de los comentarios que recibió.
El primer grupo de observación pasó unos segundos después y recibió comentarios parecidos. Inmediatamente ocurrió exactamente lo mismo con el segundo grupo. El recorrido finalizó en la plaza de Los Palos Grandes.
Qué identificaron
Valentina Noria también es fundadora de Calles Moradas y fue la líder del segundo grupo de observación. Ella se encargó, junto con una voluntaria, de identificar los espacios de riesgo potencial y los posibles puntos morados.
“Me involucré como observadora en cuanto al terreno, ver cómo estaban las calles y cuántos peligros se presentaban. Por ejemplo, si las aceras estaban en mal estado, muy solas o si no tenían iluminación. También marcamos los puntos de reunión de hombres que representan plazas, licorerías e incluso a veces hay hombres que se reúnen en escaleras de iglesias”, detalló durante una entrevista para El Diario.
Luego de los resultados que hallaron con el mapeo, la joven admitió que se sentiría insegura al transitar por las calles de Chacao norte. No obstante, señaló que en el recorrido observaron varios establecimientos con potencial para convertirse en puntos morados.
Cafeterías, farmacias, panaderías, restaurantes y supermercados son algunas de las opciones que se tomaron en cuenta para este proyecto. Los puntos morados consistirán en un espacio en el que pueda entrar una mujer que es víctima de acoso callejero. Dependiendo de la gravedad del caso, las afectadas recibirán apoyo hasta que se pueda contactar una autoridad o una línea de taxi segura.
Red de negocios morados
El equipo de Calles Moradas ya finalizó sus jornadas de mapeo en todo el municipio Chacao y en Sabana Grande, municipio Libertador. Tras procesar los resultados, contactará a los negocios que podrían formar parte de la red morada.
Jessika Ramírez comentó que este proceso lo denominaron recepción. Ellas llevarán la idea a los gerentes y dueños de los locales comerciales y les explicarán cuál será su papel en la iniciativa.
“Van a estar conectados con todos los negocios que formen parte de la red, estarán debidamente identificados y van a recibir un programa de capacitación. La idea es que tengan protocolos para saber cómo actuar cuando llegue una chica en estado de shock porque fue perseguida o acosada”, indicó.
Añadió que el personal de la red de negocios morados tendrá a la mano los contactos de líneas de taxi para traslados seguros y del Ministerio Público si la persona considera que debe poner una denuncia.
Jhoana Chirinos será la encargada de coordinar la capacitación. Explicó que la formación será on line, pero tendrá algunas sesiones presenciales para generar debates sobre el tema del acoso callejero.
“Hablaremos de temas como el derecho a transitar en la ciudad, los tipos de violencia de género, pero lo principal es el protocolo a cumplir cuando se presencia acoso o violencia en el espacio público”, destacó.
Calles Moradas: un inicio inusual
Las fundadoras de Calles Moradas se unieron por casualidad en una capacitación de Empoderame. Valentina, Jhoana y Jessika no se conocían pero sí tenían intereses y preocupaciones en común.
En la capacitación debían presentar un microproyecto para desarrollar como solución a un problema social. Ellas recordaron que en el mes de marzo se activó en Caracas una alerta morada que advertía sobre zonas de alto riesgo para las mujeres.
Método Wom, una ONG venezolana dedicada a la defensa de los derechos humanos de las mujeres, documentó varias denuncias de mujeres que aseguraron ser víctimas de acoso callejero e intentos de secuestro en Caracas. En principio, el registro se centró en cinco zonas de la ciudad: Altamira, Chacao, Las Mercedes, Caricuao y El Paraíso.
u00bfQuu00e9 es una Alerta Morada?
Es una forma de protesta digital para exigir el respeto a los derechos de las mujeres. Tuvo su origen en el au00f1o 2020 en Chile cuando un tribunal rechazu00f3 la solicitud de prisiu00f3n preventiva para Martu00edn Pradena, un hombre acusado de drogar y violar a Antonia Barra. nnLa indignaciu00f3n por la decisiu00f3n llevu00f3 a los movimientos feministas del pau00eds a emitir una Alerta Morada para exigir justicia por el caso de Barra. Este movimiento de protesta digital se extendiu00f3 por toda Latinoamu00e9rica para exigir justicia por otros delitos contra las mujeres como el femicidio. n
Las tres jóvenes decidieron hacerle seguimiento al tema del acoso callejero y continuar el trabajo que logró Método Wom con la alerta morada.
Jessika y Jhoana contaban con experiencia en iniciativas como esta, pues han trabajado con Somos We Lab y Resonalia respectivamente. Ambas organizaciones no gubernamentales (ONG) trabajan por los derechos de las mujeres.
“Este proyecto nació de prácticamente un problema que nos afecta a nosotras directamente. Cuando comencé a preguntar qué es lo que más nos perjudica, la respuesta fue la calle. Las tres somos peatonas de tiempo completo, no tenemos auto y hemos sido víctimas del acoso callejero”, agregó Jessika.
Aunque la iniciativa de Calles Moradas es muy joven, sus creadoras esperan que crezca y pueda expandirse a todos los rincones de la ciudad para brindarles espacios cada vez más seguros a las mujeres.