- Bien sea como desayuno, cena o antojo de madrugada, la arepa sigue estando entre las opciones predilectas de los caraqueños. Desde las más clásicas en puestos callejeros y restaurantes criollos, hasta nuevas propuestas que no temen deconstruir su concepto tradicional. Foto: José Daniel Ramos @danielj2511
El segundo sábado de cada septiembre se celebra el Día Mundial de la Arepa. Aunque esta festividad comenzó formalmente en 2012, en los últimos años se ha popularizado por la consagración de la arepa como platillo global. Esto en gran medida debido a la diáspora venezolana como su principal promotora. En cada país donde hay un venezolano, seguro hay también un budare caliente para prepararlas.
Desde el Times Square de Nueva York hasta Japón, e incluso en un volcán de Islandia, las arepas han alcanzado un estatus quizás equivalente al del taco para la cocina mexicana. Y en este sentido, las areperas se han convertido en auténticas embajadoras de Venezuela en todos los lugares en los que se instalan. Sin embargo, en la memoria de muchos siguen presentes los sabores de los restaurantes que atesoraban en su tierra.
En Caracas, muchos de esos recuerdos yacen en sus areperas. Una arepa de perico o queso de mano para iniciar la mañana en una lunchería de camino al trabajo o la escuela; la de carne mechada o reina pepiada para almorzar en medio del ajetreo de la ciudad y la rutina; o la clásica fórmula de la arepa de pernil al salir de la discoteca a las 3:00 am. En sus locales ha quedado escrita la crónica de una ciudad que en su momento llegó a estar activa las 24 horas. Aunque actualmente pareciera volver a esos años.
Por eso, El Diario presenta para esta fiesta una muestra de cuatro areperas que hoy forman parte de esta dinámica urbana. Desde lo callejero hasta lo gourmet, algunos son sitios ya emblemáticos para el público, mientras otros se reinventan o irrumpen con nuevas propuestas gastronómicas. Pero todos con un punto común: la arepa como estrella de sus menús.
El sabor del centro
En pleno corazón de Caracas, en la parroquia Santa Rosalía, queda uno de los puntos más famosos para los habitantes del oeste. La “calle El Hambre” de la esquina El Muerto. Desde hace 21 años es reconocido por sus puestos dedicados exclusivamente a vender arepas con rellenos generosos y precios asequibles, además de ser una parada casi obligatoria para los apetitos nocturnos. Su peculiaridad está en que abren a partir de las 5:00 pm, trabajando toda la noche hasta las 4:00 am del día siguiente.
Este fenómeno comenzó con la iniciativa de una persona. A los 17 años de edad, Lorena Torres llegó a Caracas desde Sabaneta de Barinas embarazada de su primer hijo. En entrevista para El Diario, afirma que en ese momento del año 2001 tuvo la idea de vender arepas en la calle, principalmente a los funcionarios del módulo policial ubicado cerca. “Como ahí quedaba tránsito, hice 16 arepas, puse mi cava y empecé. Con eso logré comprar mi carrito”, relata.
De esa cava, con la que vendía arepas de huevo con queso y espaciales con chuleta, labró una clientela leal con la que generó ingresos suficientes para agregar ingredientes y bebidas. Luego con su carrito incorporó a sus familiares, quienes más adelante pusieron sus propios puestos. Con el tiempo, abarcaron la calle completa hasta la esquina de Gobernador, y ya atraían gente de todos los rincones de la ciudad.
La Catira, como se llama ese local fundador, sigue siendo administrado personalmente por Torres y su esposo, Johan Rodríguez, además de todo un equipo de cocineros que constantemente despacha arepas. Señala que dependiendo de la noche pueden vender entre 300 y 500 arepas, siendo las favoritas de los clientes las de pernil, queso amarillo y reina pepiada. La favorita personal de Lorena es la llanera, que lleva carne asada.
Rodríguez cuenta que su menú consta de combos de una arepa por 3 dólares y dos por $5. Estas vienen con tres contornos, entre carne, mariscos, diferentes quesos o ensaladas. “La arepa es lo más tradicional, y aún así no había. Puros perros calientes y hamburguesas”, dice.
Afirma que a pesar de ser un local nocturno en el centro de Caracas, jamás han tenido ningún incidente relacionado con la inseguridad. Atribuye esto a la gran cantidad de policías que comen allí entre guardias. También por el mismo respeto que se ha labrado el lugar entre los habitantes y personas que aterrizan allí luego de alguna fiesta o al salir de sus trabajos.
Quieren ser patrimonio
En su mejor momento, la calle El Hambre llegó a tener hasta 12 carritos, siempre llenos de gente. Durante 19 años estuvieron en la esquina El Muerto, junto al restaurante Gallegos, aunque luego se mudaron hacia una pared cercana con mural de mosaicos hecho a propósito del bicentenario de la Independencia. Allí se convirtieron en un punto emblemático, protagonistas de reportajes para la televisión, crónicas gastronómicas, y más recientemente, videoreseñas en TikTok.
Sin embargo, al llegar la noche ahora la calle luce desolada. Apenas unos cuantos locales dispersos en casas y garajes restan de lo que alguna vez fue una de las calles más reconocidas de la zona. Incluso La Catira debió mudarse a una casa en la avenida Sur 3, lejos de El Muerto. Aunque por el carrito con el nombre de La Sabrosita, y letreros alusivos a otros puestos, deja de ser tan identificable para quienes no la conocen.
Desde hace mes y medio la Alcaldía de Caracas no les permite instalarse en la calle como han venido haciendo desde hace dos décadas. Rodríguez cuenta que comenzó la gestión de Carmen Meléndez, los nuevos funcionarios municipales se niegan a renovarles sus licencias para trabajar en la vía pública. “No nos quieren dar los permisos por la cantidad de gente que viene y obstruye la calle”, añade.
Actualmente gestionan con otras instancias como la Presidencia que se les permita nuevamente poner sus puestos como de costumbre. Rodríguez cree que la calle El Hambre debería ser reconocida como un patrimonio cultural de la ciudad por su valor como referente de la comida callejera local. Agrega que incluso propusieron concentrar a todos los areperos dentro de un galpón abandonado de esa misma calle, y acondicionarlo como una feria gastronómica, pero las autoridades han sido intransigentes.
“Es injusto lo que está pasando. La primera permisología para una arepera callejera fue en la esquina El Muerto”, lamenta Torres.
Full actividad
Del otro lado de la ciudad, en el municipio Baruta, queda Los Pilones del Este. Este restaurante de Las Mercedes, al lado del centro comercial Tolón, goza también del mismo estatus de culto entre los fanáticos de las arepas. Está abierto las 24 horas, lo cual ha sido su punto fuerte al estar ubicado en una zona llena de clubes nocturnos.
César Cedeño trabaja en el área de la barra. Explica que normalmente se preparan una gran cantidad de arepas que se colocan en un recipiente para mantener el calor, y su labor precisamente es la de rellenarlas y servirlas. Asegura que durante el día se pueden despachar entre 200 y 300 arepas. Ciertamente, en 15 minutos se puede apreciar el flujo constante de comensales que entran, mientras los meseros van de aquí para allá llevando órdenes. Aunque está en el turno matutino, sabe que en la noche la actividad es incluso mayor, con hasta 500 arepas diarias, especialmente durante los fines de semana.
Uno de los trabajadores que se encarga de atender a los clientes desde la puerta hasta la mesa es Luis Rivera. Tiene cinco años trabajando como mesero en Los Pilones y reconoce que los días más ajetreados son aquellos en los que hay actos como conciertos o festivales en la vecina plaza Alfredo Sadel, o cuando se hacen maratones por la avenida. Señala que las más vendidas son las de pollo y pernil con queso amarillo, así como la clásica reina pepiada.
La más económica son las de queso telita y guayanés, a $3; mientras que las más costosas son las de pulpo y la de bacalao, por $12. También tienen una promo de dos arepas de queso (guayanés o telita) por $5.
Los Pilones del Este, desde su fundación hace más de 20 años, ha sido un restaurante especializado en comida venezolana. Por eso si bien en las mañanas lo más vendido son sus arepas y cachapas, a la hora del almuerzo toman protagonismo otros platillos como el pabellón criollo, el asado o los hervidos. Pero las mazorcas de maíz que adornan sus rejas y su mural interior con una escena de mujeres pilando los granos para hacer la masa, dejan claro que el epicentro de su cocina está en la arepa.
Destino de famosos
También en Las Mercedes, pero en la avenida Río de Janeiro, está El Solar del Este. Como los anteriores, su nombre figura en todas las listas de las areperas más emblemáticas de Caracas, siendo incluso una parada obligatoria para artistas internacionales cuando visitan Venezuela. Celebridades como Maelo Ruíz, Bacilos o Natti Natasha han comido arepas en ese local.
Aunque se fundó en 2011, fue con su cambio de gerencia un año después que comenzó a forjar su identidad. Un gerente de El Solar, quien pidió reservar su identidad, comentó a El Diario que desde ese año apostaron por definir el estilo del negocio, con un perfil más elevado que el de una arepera convencional. Considera clave no solo el tamaño de sus arepas, bastante rellenas con dos contornos, sino también por la rapidez del servicio. Comenta que la arepa es un plato con una gran versatilidad, lo que ha sido clave para su éxito incluso fuera de las comunidades de venezolanos en el extranjero.Sus precios van desde la más económica de queso de mano, con un costo de $4, hasta la mixta de tres sabores, a $8,5.
“La arepa es cada vez más conocida en el mundo. La migración ha hecho que muchos chefs la lleven a otros países y gente que no la conocía ahora las come. Por supuesto que sufren adaptaciones en los lugares a los que van, ya que por ejemplo es casi imposible conseguir queso telita en Islandia y deben utilizar un queso local. O adaptarse a otros rellenos de acuerdo con lo que come la gente allá, son arepas fusión. Pueden ser la estrella de un plato gourmet”, destaca.
A pesar de esto, el representante asevera que la clave para que un negocio sea sostenible en el tiempo es adaptarse a los cambios. Por ese motivo, sin renunciar a su plato estrella, comenta que en los últimos años el Solar del Este apunta a ser reconocido más allá que como una simple arepera. Afirma que actualmente su producto líder es el hervido, aunque también van más allá de la gastronomía criolla con churrascos, mariscos, paellas, carpaccio de lomito, entre otros. Dentro de las arepas, las favoritas siguen siendo la llanera, la reina pepiada y la pelúa (carne mechada con queso amarillo).
Los desaparecidos
En el pasado, Caracas gozaba de una oferta gastronómica para todos los gustos. A pesar de su amplia cultura de puestos de perros calientes y hamburguesas, las areperas mantenían un lugar privilegiado dentro de la comida callejera capitalina. Muchos tienen su lunchería y arepera de confianza, aunque locales como El Canario en Vista Alegre, o El Trolly, en Las Mercedes, aún se mantienen bastante vigentes entre el público.
Sin embargo, en la medida que la crisis económica venezolana se intensificó, restaurantes y sitios icónicos de la ciudad fueron desapareciendo. Y las areperas no fueron la excepción. Muchos derivados de la situación económica del país, pero otros por problemas administrativos, falta de una generación de relevo, o simplemente por no poder adaptarse a la nueva realidad, con los pedidos en línea y la promoción por redes sociales.
Por ejemplo, el popular restaurante Misia Jacinta, en El Rosal, fue demolido en 2019 y en su lugar se construye actualmente un parque de diversiones. Un destino similar tuvo El Budare de La Castellana, derribado en noviembre de 2021. Otros como la Arepera 24 Horas de Plaza Venezuela, aunque siguen en pie, desde hace meses permanecen con la santamaría abajo, sin saberse si volverán a abrir.
Un caso de resurrección fue el del restaurante y bar deportivo El Tropezón, en Los Chaguaramos. Por más de 50 años fue un punto de encuentro tanto para estudiantes como para fanáticos que se reunían allí tras ver algún partido en el Estadio Universitario o en el Olímpico. En septiembre de 2018 se conoció su cierre operativo, aunque recientemente ha vuelto a operar con normalidad, figurando incluso en los directorios de las aplicaciones de delivery.
La nueva escuela
Si bien los restaurantes anteriores ya están cimentados en la memoria colectiva del caraqueño, la ciudad también vibra con nuevas propuestas que buscan experimentar más allá del concepto clásico de la arepa. Sitios como Arepa Factory, en Los Palos Grandes, o Arepa Caracas, en La Castellana apuntan a explorar esa faceta gourmet, pero sin perder su carácter de comida rápida e identitaria.
Gustavo Díaz es el encargado de Arepa Caracas, ubicada en la avenida Mohedano. El local nació en agosto de 2021, siendo hermano de otros restaurantes como Pizza Caracas o Caracas BBQ. En entrevista a El Diario, cuenta que su concepto parte precisamente de incorporar ingredientes criollos como las caraotas, el queso blanco o las tajadas, pero con una ejecución más cercana a la cocina internacional y las areperas fusión.
“Nos casamos con las arepas porque sentimos que no hay un lugar en Caracas que te ofrezca una arepa moderna. No es la clásica que todos conocemos grande de arepera, que son excelentes, pero con una ya quedas listo, sino por una con ingredientes un poco más ligeros y frescos que pudieras comer recurrentemente durante la semana”, dice.
Por ejemplo, entre las creaciones propias de la casa está La Mohedano, rellena con pull pork ahumado en las cocinas de Caracas BBQ, cebolla morada y zanahoria a la vinagreta. También está la Uslar Pietri, de asado negro con queso Santa Bárbara; o la San Felipe, de pollo, cebolla caramelizada y queso gouda. También dan la opción de “construir” tu propia arepa, alternando entre diferentes rellenos y sus masas de ají, plátano, tradicional y la “fit” integral. Todas tienen un precio estándar de $3 para las pequeñas y $4 para las regulares. Aún así, Díaz comenta que la gente todavía se mantiene fiel a las tradicionales, siendo las más vendidas la pelúa y la de pabellón.
Díaz indica que actualmente trabajan para mantener los niveles de calidad y así consolidar una base de clientes leales. De hecho, afirma que ya conoce a varias personas que se han convertido en consumidores regulares, visitando cada semana su tienda al punto de simplemente dejar que los cocineros los sorprendan con la arepa del día. También tienen un menú de almuerzos en el que por ahora la estrella es el pabellón criollo, con posibilidades de deconstruirlo cambiando el arroz por quinoa o la carne mechada por pull pork. También aspira próximamente a convertir su concepto en una marca que pueda expandir por otros locales, demostrando que la arepa se reinventa para los nuevos tiempos y públicos.