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  • La cantante acaba de estrenar una versión salsa de “Y si fuera ella”, producida por Sergio George. Tiene sentimientos encontrados ante una eventual visita a Venezuela. Foto principal: José Feng

En la década de los noventa, Mayré Martínez solía escuchar por doquier “Y si fuera ella”, la canción que Alejandro Sanz popularizó en 1997, cuando lanzó uno de sus mejores discos: Más.

La música no solo llegaba a ella a través de radio, televisión o amigos, sino también gracias a caminos más exclusivos. Su mamá es la periodista Mayra Blanco-Martínez, a quien por escribir sobre música y cine le llegaban discos, y fotos exclusivas de artistas y películas, además de entradas a conciertos.

“Yo oía la música que ella ponía. Recuerdo haber escuchado todo ese disco. Yo me quedaba con los CD y casetes que más me gustaban. Ese lo agarré para mí”, cuenta desde Los Ángeles, Estados Unidos.

Ahora, la cantante acaba de estrenar una versión salsa de “Y si fuera ella” producida por Sergio George, ganador en cuatro oportunidades del Latin Grammy como Productor del Año; además de recibir ese reconocimiento otras 10 veces más como productor o compositor para artistas como Celia Cruz y Marc Anthony.

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Hace un año se popularizó su versión de varios temas de DLG en las famosas sesiones de Free Cover. Y en 2021 estrenó “Fuera”, escrito por ella, quien 2006 ganó la primera temporada de Latin American Idol y en 2019 participó en La Voz de Estados Unidos. 

—¿Cómo conoció a Sergio George?

—Él me vio en el vídeo de Free Cover con las canciones de DLG, una banda que él armó. A él le mandan muchos videos y no puede verlos todos. Pero por accidente se le activó este. De repente empezó a sonar algo en su teléfono, y era el video. (Ríe). Enseguida me quiso contactar. Lo hizo a través de Robert Vilera, un músico venezolano increíblemente exitoso y que ha trabajado con él, Marc Anthony, Chino y Nacho. Entonces hablamos los tres. Le pregunté cuándo grabaríamos, pero me dijo que mejor conocernos primero. Eso me encantó porque los grandes productores siempre prometen. Apenas tranqué, compré el pasaje a Miami (Ríe). Esas oportunidades de la vida no llegan así todos los días.

Cuando llegué, no tenía ni idea de que él estaba grabando con Marc Anthony. Casi me da algo. Soy súper fan de su música, de su voz y su estilo. Los pude ver trabajando. Un regalo y un aprendizaje. Desde los 15 años de edad he grabado en estudios. Lo he hecho con grandísimos productores, pero verlos a ellos dos fue realmente especial. Estuve como 8 o12 horas observándolos, calladita. De ahí empecé a estar en contacto con Sergio y meses después se dio esto. 

—Curioso que él la conoce por las versiones de DLG, populares en la década de los noventa, al igual que la canción de Alejandro Sanz que acaba de grabar.

—No me había dado cuenta de eso. Es cómico porque literalmente la primera vez que canté en vivo como profesional fue con una banda de salsa que me invitó a interpretar temas de DLG, La India, Gloria Estefan. 

—¿Dónde fue eso?

—En un evento de la Universidad Central de Venezuela. Nos empezaron a contratar desde entonces, pero yo era menor de edad. (Ríe). Iba con mi papá y mi mamá. En esa agrupación estaba Adolfo Herrera, súper conocido baterista. Mucha gente increíble. La pasé riquísimo en esa etapa que me ayudó a entender mucho de la vida profesional en vivo. Antes había trabajado como cantante de sesión, en estudio.

¿Y esta canción formará parte de un disco? 

—Él es una persona a la que le gusta ir poquito a poquito, pasito a pasito, suave, suavecito. (Ríe). Observa cómo van saliendo las cosas, pero me ha comentado que le gustaría hacer más canciones. Obviamente a mí también. Sabes que a veces uno admira tanto a una persona, pero la conoces y si te cae o se te pasa. (Ríe). En este caso fue todo lo opuesto. Más lo amé. Es un tipazo, una persona súper inteligente, súper espiritual y muy respetuosa de tu trabajo y tu persona. Habla muy de frente, pero con mucha calidez y humor. No importa lo que te diga, siempre lo tomas bien. 

¿Y qué más prepara más allá del lanzamiento de esta canción y su vídeo? 

—Sabes que a mí me gustan todos los géneros. Me fascinaría hacer un merengue, una bachata. Me encanta la música latina, bailable, así como el pop, el soul, el R&B. Mezclar siempre. Tengo muchas canciones que no he publicado y que he hecho con otros grandes productores. Las disfruto yo sola y me siento la más egoísta del mundo. (Ríe). Hasta tengo unos boletos que hice con Fernando Osorio y Judy Buendía. Pero vamos a ver qué se va dando. Ahorita no te puedo decir qué ando en algo más allá de la promoción de este tema, así como en dedicarle su tiempo. Tú ves que yo me tardo porque me gusta hacerlo bien, con cuidado.

—Y si bien sabemos de esa afición por distintos géneros, estoy seguro de que más de uno igualmente se habrá sorprendido de la versión de “Amorfoda” de Bad Bunny en La voz de Estados Unidos.

—Es un clásico ahora en mi vida como cantante. La gente siempre lo recuerda con amor, admiración y respeto. Yo siento lo mismo. Quedé súper feliz. A veces uno hace algo y cuando lo ves te preguntas en qué estabas pensando. (Ríe). Pero con este trabajo, cada vez que regreso me genera una emoción que me saca lágrimas. Junto con David Cabrera trabajé muy duro por eso. Él hizo el arreglo musical mientras yo hice el vocal. Creamos algo muy espectacular. 

¿Cuál fue el reto de esa versión?

—Ser capaz de atravesar el estilo de una persona, adueñarse de la canción sin reparo, solo plasmando quien eres tú. Eso siempre suma. La gente suele decir que uno está siempre haciendo un cover, pero siempre es una canción nueva cuando le imprimes una nueva vida. Eso me parece muy divertido. Claro, también me fascina hacer temas desde cero, pero desarrollar una versión es como esa gente que transforma casas. Es igualito.

—Acaba de decir que se toma el tiempo para pulir las canciones. ¿Pero compagina esas maneras con una industria que exige estar presente a cada momento?

—Es una presión muy grande, algo que tengo que balancear constantemente. Ese aspecto me genera ansiedad. Por eso a veces desaparezco. Es como si nunca hubiera una sensación de satisfacción. Todo se ha vuelto descartable, que es diferente a reciclable. Porque a mí me gusta hacer covers y usar ropa vintage. Pero el hecho de que siempre debe haber algo nuevo, se pierde esencia y todo empieza a sonar como igual, como industrializado. He visto documentales de J Balvin, quien ha tenido momentos de depresión, así como Demi Lovato. Entiendo que no es que a mí me genere eso, sino esa sensación de estar presente todo el día porque si no te van a robar el puesto. Yo no quiero mirarlo así. Hace falta tener descansos, son maravillosos. 

Al momento de escribir hay una revisión de los noventa, que es la década en la que uno empezó a fascinarse por la música. Luego uno va a las referencias de estos artistas de décadas pasadas.¿Cómo se adapta a las nuevas formas de la industria sin perder la esencia?

—Simplemente permitiéndolo. Para mí es inevitable poner la historia de lo que uno es. También es inevitable lo que está pasando. Es bueno decir que lo que ocurre actualmente es porque nosotros lo permitimos. Así como la ropa o la comida, todo tiene una evolución. Luego uno se harta, y después vuelve. Es el ser humano.

Uno no puede dejar de influenciarse, así como es inevitable influenciar. Así como hay gente a la que le gusta adivinar los sabores de las comidas, me seduce mucho eso de deducir cuáles son las influencias de los artistas cuando los escucho. Luego, constatar en las entrevistas quiénes son sus referentes. Lo ves reflejado en sus arreglos vocales, en los colores de voz, en los estilos. Es muy divertido eso.

—Tomando su palabra, ¿cómo define la historia de lo que es?

—Siempre es una mezcla de una fuerte influencia latina. Fui criada en Venezuela. Soy además mitad cubana. Hay doble influencia. Mi papá es llanero, así que tengo la música tradicional venezolana súper metida. Además, allá es muy fuerte la salsa. Eso me lo corroboró Sergio George. Me lo explicó de una manera que nunca imaginé. Además, ahora mi mamá solo escucha jazz, pero también escuchaba los Beatles, bossa nova, Abba, Rolling Stones. Como escribía sobre música, siempre estaba escuchando algo. Yo soy esa mezcla. 

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Imagino que su mamá fue la primera en comentar lo que hacía.

—La segunda, la tercera y la más reciente. (Ríe). Mi mamá es muy crítica. No es de las que dice que todo está muy lindo y que siga adelante. Ella lo comenta, pero después de que destruye todo. (Ríe). Para escucharla, primero tengo que prepararme psicológicamente. Ella te va a decir la verdad de lo que piensa, que no necesariamente es la verdad. Me ha ayudado muchísimo. Yo la busco mucho constantemente. Es parte de mi equipo. Mi papá es todo lo opuesto. A él le gusta todo. Nunca tiene una crítica. Me lleva y me trae para dónde necesite así sea a las  tres de la mañana.

También habló de ser influencia. Lo es desde el escenario, pero también como profesora.

—¡Sí! Para mí dar clases es una pasión. Creé un método cuando era niña. Ya a esa edad daba clases. Nunca he dejado de hacerlo. Doy clases online desde que existe Skype. (Ríe). El covid trajo cosas terribles, pero también maravillosas como recordar que podemos vernos aunque estemos lejos. Antes a la gente le extrañaba eso de un salón online. Ahora cualquiera te dice ‘mira este es el link de Zoom’.

—¿Qué experiencia subraya de estos años como profesora?

—Es una de las cosas que más feliz me ha hecho. Mi carrera se divide en tres: la del escenario, la que da clases y la que es artista de sesión. Bueno, también está la compositora. Pero una de las que más ha generado satisfacciones es dar clases porque ves crecer a una persona. Gente que no sabía cantar nada y literalmente le enseñas todos los detalles… Hay personas que dicen que me van a volver loca porque aseguran que no saben cantar nada. Pero ese es el mayor cambio que veo, cuando son disciplinados.

Cuando viene alguien muy talentoso que canta bien, me divierto al ver cómo mejora algunas cositas, aspectos de seguridad, pero el crecimiento no es tan grande. Ahorita acabo de postear a Fernanda Breiston. Esa niña ganó un concurso. Vi el potencial. Y fíjate cómo se ha transformado. Desde que empezamos a trabajar juntas hace dos años, el cambio ha sido impresionante. Su papá trabaja mucho con ella. Eso es importante cuando los padres se involucran. Mi método de canto me ha dado muchas alegrías.

—¿Qué es lo primero que le dice a una persona que se acerca y le dice que no sabe cantar?

—Le desgloso qué es la voz. Piensas en un todo, pero se divide en cinco aspectos. Cuatros son los relacionados con el sonido y luego está la expresión de la emoción. Así no estés diciendo nada, y solo menciones vocales, hay una emoción que se debe transmitir. Eso es realmente lo que le interesa a las personas. No les importa si cantas bien o mal, sino lo que eres capaz de hacer. Por eso muchos se preguntan por qué tal persona es tan famosa si no canta nada. Pero conectan con el público, además de tener una maquinaria detrás. Mucho talento sin maquinaria no funciona. Pero tampoco llegas a ningún lado si cantas hermoso sin transmitir nada. (Ríe). Eso se ha demostrado en muchos casos, los he visto. También hay quienes con maquinaria no transmiten nada.

—¿Molesta cuando ve a alguien que no sabe cantar, pero tiene maquinaria y conecta con el público?

—Cero. Me da mucha alegría cuando alguien tiene una maquinaria y además posee el talento para transmitir a través de la música, así sean letras que yo no comparta. Eso es el arte. Cuando cada uno en su propio ser es capaz de contribuir. La gente se molesta cuando lo digo. Me incomoda que a mí no me moleste. (Ríe). Les parece ingenuo, tonto o evasivo. Me alegra el éxito de otras personas, al menos que eso haya llegado de maneras ilícitas o malvadas. Si no dañas a nadie, me da la felicidad más grande del mundo, así no yo no haya tenido la misma suerte. De hecho, me hace pensar que tal vez en algún momento me toque o quizá mi suerte fue en otro lado. No todos tenemos la misma suerte en lo mismo.

Podría decir entonces que todavía está en la búsqueda de esa maquinaria.

—Total. Para mí es una bendición que tengas un equipo de trabajo extraordinario y poder confiar en casa uno de ellos. Ese ha sido mi sueño toda la vida. Lo he encontrado y lo he perdido. Nuevamente lo encuentro y luego vuelvo a perderlo. Ahora me siento afortunada. Para mí la edad no existe ni la cantidad de veces que lo trates. Me seduce cantarle a más personas. Es un chip que traje al nacer. Yo no me callo. Vivir conmigo puede ser bastante fastidioso. No paro de cantar. Es algo que no puedo contener. (Ríe). 

Mayré Martínez
Foto: José Feng @wikicreativo

—¿Qué aciertos sirven de lección para los músicos que están comenzando?

—Entender que lo normal es que las cosas no salgan como las tenías planificadas. Eso no tiene que ver con que estén saliendo mal o bien. Es algo que todavía repito. (Ríe). Aún me frustran ciertas cosas. Para mí el ensayo es significativamente importante. No repetir mil veces, sino ir puliendo pedacitos. Veo a muchos músicos que no ensayan o les fastidia. Pienso que cuando ensayas muy bien algo, técnicamente estás tranquilo, no estás nervioso o incómodo. Te entregad a la emoción con el perfecto balance. También es la memoria muscular. Mientras más cantas, tocas un instrumento o haces cualquier cosa… Mientras más amas, más amor tienes. 

—¿Cuándo viene a Venezuela?

—Me fascinaría ir en este momento, teletransportarme. Tengo muchos años sin ir a Venezuela. Tampoco tengo pasaporte. Me da mucho dolor volver a Venezuela. Las veces que he ido la veía cada vez más masticada, como me dijeron en estos días. También hay muchos traumas que uno tiene.

Pasaron muchas cosas. Genera ansiedad porque la última vez que fui pasó algo muy fuerte, pero al mismo tiempo deseo visitar a mi gente. Oler mi ciudad. Ver dónde me crié. Es algo muy doloroso para los que tenemos tiempo sin ir”.

—¿Cuándo fue la última vez que vino?

—Hace exactamente nueve años. 

—Me imagino que ese suceso está relacionado con el hampa.

—Sí. Le dieron un tiro a quien era mi chófer. Lo dejaron paralítico y recientemente falleció. Es duro todo en el país, pero más si estás paralítico. Hubo una cantidad de eventos que vinieron después. Son esas cosas que te dejan marcado. También a un vecino de 18 años, un muchachito, lo mataron en la puerta de mi casa. Un chamo que siempre me pedía consejos, iba a entrar en Berklee. Súper talentoso. Tocaba todo el tiempo su batería. Cuando Venezuela sea libre, seré la primera en ir. 

—¿Qué está escuchando actualmente? ¿Qué podemos encontrar en su Spotify que recomiende?

—Mi canción es lo que más escucho ahorita porque me fascina. (Ríe). Debería estar aburrida ya por todo lo que he trabajado, pero todo lo contrario. ¿Pero qué más escucho? Me encanta Sharlene. Tengo pegadísimo su nuevo tema, “20 minutos”. También me gusta Willie Gómez. Está Corina Smith, que fue alumna mía. Me llena de orgullo cada vez que la veo. Pienso que su estilo es tan divino. Ella es tan cool. Me fascina por supuesto lo nuevo de Marc Anthony. Hay un tema de Bruno Romano y Thiago Muller (“Llévame”) que sigo escuchando todos los días. Me gusta el trabajo de la gente que está saliendo, pero también sigo escuchando Buena Costal Social Club, Louis Armstrong. El bossa nova me fascina.

—¿Algún mensaje para cerrar la entrevista que considere pertinente antes de culminar?

—Siempre la gente me pregunta cuándo voy a sacar algo. Me encanta ver el apoyo cada vez que saco algo. Ver cómo lo disfrutan y atesoran. Quiero agradecerle a la gente. No quiero que pase por debajo de la mesa, que sepan que lo atesoro muchísimo. Aunque me tarde, siempre existe el apoyo. Cuando no saco algo, es por eso, porque no quiero que salga a medias. Deseo que haya video, que esté bien producido. En este mundo lleno de música maravillosa, hace falta invertir para que la gente pueda escuchar. 

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