- Los últimos billetes presentados por el Banco Central de Venezuela carecen del relieve necesario para los ciudadanos invidentes
El alto costo de la impresión de billetes constituye una carga especialmente pesada para Venezuela. La mayoría de los países ha destinado la impresión de billetes a empresas privadas que ofrecen sofisticadas tecnologías contra la falsificación, como marcas de agua y tiras de seguridad. Sin embargo, la gestión de Nicolás Maduro ha ignorado los parámetros necesarios para ordenar la elaboración de bolívares sin importar la calidad del material en el que se imprime.
Leonardo Buniak, economista, explicó para El Diario que el trabajo de importar e imprimir billetes de buena calidad pone de relieve una verdad innegable: Venezuela no invierte en la calidad del papel moneda por el valor intrínseco que puede representar el bolívar, lo que significa un reconocimiento de la hiperinflación por parte de un gobierno que públicamente niega el problema.
“Cuando el valor intrínseco de una moneda supera su valor monetario, el billete tiende a desaparecer. En el caso de la moneda de cinco bolívares fuertes, era más rentable derretir esa moneda para elaborar collares debido al valor que podía tener la plata. Esto quiere decir que el valor monetario de un billete tiene que superar el valor intrínseco del papel; si esto no se cumple, el papel tiende a desaparecer como el billete de 100 bolívares”, indicó.
Afirmó que históricamente los billetes venezolanos se han caracterizado por su valor y calidad en el mercado internacional. Sin embargo, Buniak advierte que los billetes del nuevo cono monetario de Bs 10.000, Bs 20.000 y Bs 50.000, presentados por el Banco Central de Venezuela (BCV), no cumplen con los estándares básicos y medidas de seguridad que debe poseer un billete.
“Los billetes fueron impresos con una muy mala calidad y sin mayores códigos de seguridad debido al proceso hiperinflacionario que padece el país; por ello, más temprano que tarde, el BCV tendrá que anunciar una nueva ampliación del cono monetario”, agregó el especialista.
El economista aseguró que el billete tiene una textura similar al que se podría elaborar en una impresora casera, y señaló que el oficialismo realizó un billete de mala calidad como respuesta ante la escasez de efectivo en el país. “Al no tener muchos elementos de seguridad, el billete es “fácilmente falsificable y objetivo principal del contrabando de dinero en las fronteras de Colombia y Brasil”, sostiene.
Un numismático que prefirió mantenerse en el anonimato indicó para El Diario que el papel moneda utilizado en los billetes es similar al papel bond escolar, con la distinción de que posteriormente es procesado con un tratamiento de grabado y luego se le incorporan los elementos de seguridad. Sin embargo, explicó que los billetes del nuevo cono monetario carecen del relieve necesario para los ciudadanos invidentes.
“El billete primero tiene que pasar por el proceso de la implementación del diseño, y posteriormente se le aplica una sobreimpresión del grabado que añade la textura del relieve necesaria para las personas ciegas, proceso que no tienen los nuevos billetes, por lo que es probable que estos ejemplares sean desmonetizados a corto plazo”, comentó.
El especialista detalló que un billete de Bs 10.000 solo tiene grabada la cinta de seguridad, una microletra muy sencilla y algunas marcas de seguridad que pueden ser visualizadas a través de la luz ultravioleta. Explicó que el billete también posee características del antiguo billete de un Bs 1, conocido popularmente como “el tinoquito”, que fue catalogado en el pasado como “billete de monopolio” por medir 11 x 5 centímetros.
“La tinta para generar el relieve tiene un costo adicional bastante elevado a la hora de fabricar el billete. Es un grabado extra que no se aplica para ahorrar costos”, agregó el coleccionista de billetes.
Los billetes del nuevo cono monetario perdieron el valor de compra para la población. Los comerciantes y transportistas se niegan a recibir los de baja denominación y su exigencia se dirige a los billetes de Bs 100, Bs 200 y Bs 500 a pesar de que un billete no puede comprar ningún producto, mientras que las monedas se fueron extinguiendo y su circulación fue tan restringida que hay quienes las conservan como adornos en sus hogares.
La falta de papel moneda llevó a la población a recurrir a otros métodos de pago como el trueque o el uso de divisas. En marzo de 2019, cuando el país sufrió dos grandes apagones, las plataformas electrónicas quedaron fuera de servicio, por lo que el dólar se convirtió en uno de los métodos de pago más utilizados.
La cantidad de monedas y billetes dispuestos por el Banco Central de Venezuela (BCV) apenas alcanza 5,6% de la liquidez monetaria (Bs 4.891.372.492.153). Tal cantidad se considera insuficiente, según expertos, pues en una economía sana debe circular al menos 12% de la liquidez en efectivo.
El cono monetario anterior tardó unos ocho años en perder su valor. En contraste, la hiperinflación pulverizó, en menos de un año, la utilidad de los billetes de Bs 2, Bs 5, Bs 10, Bs 20 y Bs 50, que nacieron con el apellido “soberano”, y que ahora son objeto de rechazo por la mayoría de la población.
En los últimos años el BCV ha sumido la economía venezolana con nuevos billetes, a pesar de que los precios y el tipo de cambio han crecido con mayor rapidez. En consecuencia, el valor real de los bolívares se diluye y los billetes solo son “una solución momentánea” ante una crisis que pulveriza el papel moneda.