- El equipo de El Diario conversó con el comunicador, creativo publicitario y autor sobre las características del microcuento y su función en las redes sociales
Baltasar Gracián, escritor jesuita del Siglo de Oro español, escribió en su texto Oráculo manual y arte de prudencia (1647) que: “lo bueno, si breve, dos veces bueno”. La esencialidad del lenguaje es un objetivo perseguido por cada escritor. Cada palabra, como dice el poeta venezolano Rafael Cadenas, debe llevar lo que dice, mantenerse como un latido y enunciar exactitudes aterradoras. El microcuento, naciente de la referencia entre el aforismo y la prosa, persigue esta finalidad y a través de las redes sociales encuentra un lector que se renueva una y otra vez. Lenin Pérez Pérez, creador de la cuenta de Twitter microcuentos, explica en exclusiva para El Diario que este formato narrativo debe estar, hoy más que nunca, en el lugar y momento indicado.
Las redes sociales y la información ilimitada, repetida hasta el cansancio, es uno de los generadores de ruido para el lector y la pregunta que nace es: ¿Puede un tuit ser algo literario? La respuesta es, por lo menos, difícil de encontrar porque la literatura es un espacio sin categorización determinada y es lo que permite su libertad. Pérez comenzó con este proyecto hace 12 años y recalca que su selección de textos breves no es, por entero, literatura, pero persigue lo literario como fin.
La cuenta de Twitter tiene 591.822 seguidores. Una comunidad activa de colaboradores y lectores que tienen la posibilidad de interactuar a través de cada publicación. Ahora, la pluralidad de contenido, según Pérez, puede generar mucha “basura” en Internet, engaños en las publicaciones y conceptos como la posverdad y las fake news; pero, al final, el contenido de calidad es perdurable en el tiempo y se destaca entre los consumidores.
—A veces escribo poco, muy poco.
— microcuentos (@microcuentos) February 3, 2021
—¿Cómo de poco?
—Como un punto y coma; con eso me basta.
Luis J. Goróstegui
Además de llevar cápsulas literarias al consumo diario de información en redes sociales, este formato permite la inclusión de nuevos autores. “¿Qué he aprendido de esto? Que mucha gente no se sentirá con el guaramo suficiente para escribir un cuento o una novela, pero todas las personas tenemos las herramientas necesarias para desarrollar un texto mínimo”. Luego de participar en las publicaciones de la cuenta, comenta Pérez, muchos colaboradores han comenzado a iniciarse en la narrativa. El microcuento puede transformarse en el germen de una obra mayor.
El éxito de la cuenta es notable y, por ende, el grupo editorial Random House Mondadori le pidió a Lenin Pérez Pérez la realización de una antología llamada Microcuentos de amor, lluvia y dinosaurios. En ese momento, decidió investigar a profundidad la obra de los microcuentistas latinoamericanos y, sobre todo, el fundamento de la escritura breve. “Cuando me propuse armar el libro confirmé algo que Rulfo decía: ‘solo puedo escribir sobre el amor, la vida y la muerte’”. Estos tres tópicos se diluyen en la recopilación de los microcuentos y agrega el apartado de “Dinosaurios” en honor al escritor hondureño Augusto Monterroso.
Algunos de los autores venezolanos destacados en el libro son: Juan Carlos Méndez Guédez, Willy McKey, José Urriola, Enza García, Ricardo Ramírez Requena, Mario Morenza, entre otros. Los demás participantes están unidos por la lengua española y son, tanto escritores conocidos, como desconocidos que participaron a través de la cuenta de Twitter.
La cuenta es el vínculo primario de Pérez con la literatura, pero su afinidad con la palabra escrita nació, como muchos otros, de la lectura del boom latinoamericano. Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes y Julio Cortázar representan el cuarteto principal de la literatura en la segunda mitad del siglo XX. El canon académico estaba marcado por sus obras y Pérez descubrió en ellos una afinidad por la lengua española y sus vertientes escriturales. “Yo nunca cambio un buen autor en español por un buen autor de otra lengua (traducido)”.
Lenin Pérez se graduó de licenciado en Comunicación Social en la Universidad Central de Venezuela (UCV). Desde joven comenzó a trabajar como redactor publicitario, oficio que mantiene 30 años después. Esto le permite reconocer los espacios del mercado que pueden ser llenados con literatura.
Lo literario en la publicidad
En algunos casos el formato influye en la percepción del contenido. Por mucho tiempo la publicidad, oficio dirigido a la persuasión del consumidor, era maniatado en los ámbitos académicos, pero la inclusión del pop-art y la participación de muchos escritores en las salas creativas de la publicidad permitió un entendimiento distinto sobre la profesión.
“La redacción publicitaria tiene una característica particular: va de decir mucho con muy pocas palabras para llevar al consumidor, sin tiempo para detenerse, la información necesaria en el menor tiempo posible”, dice Pérez.
La amplificación de los contenidos es una semejanza entre la publicidad y la literatura, aunque sus fines pueden ser diferentes. Esto permitió que escritores como Gabriel García Márquez, Alejo Carpentier y Arturo Uslar Pietri participaran de distintas campañas publicitarias. “Es una conexión subterránea”, dice Pérez. Ya que, aunque la relación no es notable, ambos estados buscan la esencialidad de la palabra, su función efectiva y directa, sin escaramuzas retóricas.
El talante crítico de Lenin Pérez Pérez para categorizar el microcuento nace de las referencias literarias, ancladas al lenguaje como tótem, y de la función publicitaria de la escritura. Ambos estados conducen el objetivo del microcuento en redes sociales: llegar al lector y establecer una mirada plural de la escritura.
La escritura breve, sea en 140 caracteres o más, es un reto literario que se ha perseguido durante mucho tiempo. Ahora, con las redes sociales la cantidad de lectores es mayor; pero sigue el reto de no caer en las fauces de la banalidad y el contenido “basura”. Las palabras de Rafael Cadenas se vuelven proféticas: “No he de proferir adornada falsedad ni poner tinta dudosa ni añadir brillos a lo que es”.
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