- Algunos estudios científicos han encontrado que dormir por mucho tiempo a mitad del día no tiene tan buenos efectos en la salud como se cree en distintas culturas
Investigadores del Brigham and Women’s Hospital de Boston (Estados Unidos) y el Instituto de Investigación Biomédica de Murcia (España) desarrollaron un estudio en el que evaluaron cuán beneficiosas para la salud son las siestas de acuerdo con su duración.
El estudio sugiere que las siestas de más de 30 minutos podrían estar vinculadas con un mayor riesgo de hipertensión arterial, obesidad y síndrome metabólico. En contraparte, los descansos cortos parecen ser más beneficiosos.
La investigación recopiló datos de 3.275 adultos en la región de Murcia, un lugar donde las siestas son consideradas algo indispensable. Pese a esto, apenas el 35 % de los participantes acostumbraba tomar siestas.
Se halló que las personas que tomaban siestas largas (16 %) tenían valores más altos de índice de masa corporal (IMC), circunferencia de la cintura, glucosa en ayunas, presión arterial sistólica y diastólica, así como con una mayor prevalencia de síndrome metabólico
El grupo que tomaba siestas cortas, por su parte, tuvo indicadores más alentadores, incluso mejores que los del grupo que no hacía descansos durante el día.
Factores acumulados
Entre las personas que tomaban siestas largas también evaluaron otros factores en sus hábitos que podrían ser perjudiciales para la salud.
Encontraron que dentro de este grupo quienes fumaban con mayor frecuencia en el día tenían el IMC un 12 % más elevado. Los retrasos en los horarios de sueño y de alimentación nocturna elevaban este indicador en 8 % y 4 % respectivamente. Además, quienes tenían una ingesta más calórica durante el almuerzo mostraban un aumento de 5 % en este valor.
La investigación encontró que las siestas largas también causaron un desequilibrio en el cortisol, hormona que ayuda a regular el estrés. Las personas que tomaron descansos largos durante el día presentaban un nivel alto de cortisol por la noche y en consecuencia problemas para dormir y más estrés.
Otra consecuencia de este desequilibrio es que quienes tomaban siestas largas se despertaban con hambre, esto se debe a que el cortisol incrementa el apetito.
Marta Garaulet participó en un estudio previo en 2021 que demostró que la predisposición a tomar siestas largas o cortas tenía una fuerte relación con la genética.
“En un estudio inicial con gemelas y mellizas vimos que la propensión inicial de dormir la siesta era muy alta en las gemelas, pero no en las mellizas, y esto viene a confirmar una relación genética que se asocia con la siesta. De hecho, descubrimos 127 genes que se asocian con la siesta, sobre todo con la frecuencia”, dijo la experta al diario El Confidencial en ese momento.