- Planificación, responsabilidad y disciplina son las tres palabras que usa el caraqueño para ejercer como periodista deportivo y, a su vez, jugar en la Liga Federal de Argentina. En una exclusiva para El Diario, hizo un repaso sobre su trayectoria en los tabloncillos y contó las dificultades que tuvo que superar mientras estuvo en Venezuela
La historia de superación de Gabriel “Gura” García se resume en batallar contra el hambre y la frustración para cumplir con su objetivo: graduarse de licenciado en Comunicación Social y seguir representando a Venezuela en el extranjero como basquetbolista profesional.
Ninguna organización del baloncesto venezolano le ofreció condiciones económicas favorables para ficharlo, independientemente de que ya tenía experiencia internacional. Así que, a raíz de la crisis que golpea al país, el caraqueño migró definitivamente hacia Argentina en diciembre de 2021.
“Representar a Venezuela es lo mejor que hay, no tiene precio. Es algo único, muy bonito; que me llena de orgullo y felicidad, que la gente sepa que soy venezolano. Me hubiese encantado hacerlo a nivel de selección, pero lo hago a nivel de clubes”, expresa Gura García en exclusiva para El Diario.
Planificación, responsabilidad y disciplina son las tres palabras que usa el caraqueño para ejercer como periodista deportivo y, a su vez, vestir la camiseta de Pedro Echagüe, equipo de la Conferencia Sur de Liga Federal (tercera categoría) de Argentina.
A Gabriel le dicen Gura por su parecido físico con Viña Viña, personaje principal de la serie infantil La Isla Gullah Gullah, que transmitía Nickelodeon en la década de 1990. Con sus 1.96 metros de estatura juega de escolta y alero, aunque también puede ejercer de base.
Mientras toma el Subte de Buenos Aires para regresar a su domicilio, el periodista, de 31 años de edad, hace una retrospectiva de todos los obstáculos que ha superado desde que tomó la decisión de unirse a la diáspora venezolana, en búsqueda de una mejor calidad de vida.
“Desde 2018 manejo mi carrera, no tengo agente ni representante. Fueron tiempos fuertes, en los que bajé de peso y masa muscular. Hubo semanas en las que comía pan con café, pasta sola o arepa y ya; porque era lo único para lo que alcanzaba el dinero. Otras en las que solo comía una vez por día”, recuerda con asombro.
En esa misma línea destaca: “No entendía por qué estábamos pasando por esas necesidades, pero también me motivó a seguir luchando por mis sueños. Ahora valoro mucho más lo que tengo y lo defiendo de la manera más celosa posible. Valoro hasta el último grano de arroz que tengo en mi plato”.
La trayectoria de Gura García
Hijo único, de madre soltera, Gura se formó en la escuela de Alexander “Mimou” Vargas, en la parroquia Caricuao del municipio Libertador. Sus primeros rebotes con la pelota naranja los dio a los 4 años de edad, y a los 7 se dedicó de lleno a este deporte.
“Desde muy pequeño me gustó escribir, es una pasión. Estando en época de liceo me llamó la atención la redacción deportiva. Me encantan los deportes; hablar y aprender de ellos. Siempre compraba las revistas de la NBA, el diario Líder o Meridiano. Por eso estudié Comunicación Social”, dice.
En Venezuela escaló desde tercera hasta primera división de la extinta Liga Nacional de Baloncesto, así como en la Liga Bolivariana. Jugó con Atléticos de la UCV (que luego pasaron a llamarse Atléticos de Caracas), Bushido Los Teques, Bravos de Amazonas, Pericos de Barcelona, entre otros.
“Siempre intenté jugar en las ligas más importantes de Venezuela. Para mí era un sueño estar en la Superliga de Baloncesto. Yo me conozco, y sé que tengo nivel para estar allí. Creo que no se dio por un tema de sistemas. Cuando yo me ponía en contacto con los encargados de los equipos me ponían muchas trabas”, explica.
En la Liga Profesional de Baloncesto formó parte de Panteras de Miranda durante tres campañas y media; aunque no tuvo la oportunidad de debutar con el primer equipo ya que, mientras jugaba con las reservas, se concentraba en sus estudios.
Es más, graduarse en la Universidad Católica Santa Rosa le tomó más tiempo de lo previsto. “Somos contados los atletas que tenemos la oportunidad de estudiar y sacar una licenciatura en Venezuela. El profesor José Visconti, que en paz descanse, me ayudó muchísimo”, añade.
Asimismo, pasó por los tabloncillos de Italia; con la AIB Marcelo Silva (Eurobasket de Clubes); Colombia, con Panteras Club (Copa Élite); Perú, con Éxodo BC (Liga de Wanchaq) y San Francisco CB (Campeonato Super 4), y República Dominicana, con el Team Danbury USA (Clásico Internacional de Baloncesto).
“Muchos entrenadores, gerentes y dueños de equipos tomaron con arrogancia que yo había jugado más afuera que en Venezuela. Para ellos eso era imposible. Yo decidí dejar de forzar esa barrera; porque me iba a desgastar y perder tiempo. Por eso seguí intentándolo en el exterior, pero no me arrepiento de nada. Si me dieran a elegir entre quedarme en Venezuela e intentarlo en Argentina, escogería migrar”, indica.
Vida en Argentina
Cuando pisó territorio sureño tuvo que tocar muchas puertas, en vista de que el primer club con el que había llegado a un acuerdo no le cumplió lo que, en un principio, le estaba prometiendo. Mientras resolvía su hospedaje se ganó la vida vendiendo globos de luces en Puerto Madero, Buenos Aires.
“¿Cómo hice para jugar con Pedro Echagüe? Me puse a buscar en Google Maps clubes de baloncesto que estuvieran cerca de donde estaba viviendo. A muchos les parecía rarísimo, porque esto de mandar currículum para jugar con un equipo no es habitual. Conseguí el WhatsApp de la secretaria del club, quien me dio el número del coordinador de baloncesto. Él me puso en contacto con el entrenador; me invitaron a una prueba, fui y quedé”, relata.
Defender el escudo de este quinteto representa un conjunto de muchas emociones para Gura García. “Es algo muy bonito; una bendición, un regalo de Dios. Es un club que me ha brindado un apoyo increíble por mi situación como migrante”, manifiesta.
Además, se siente a gusto con sus compañeros, a quienes califica como una familia en el exterior: “Son los mejores que he tenido en mi carrera. Han sido muy comprensivos. Ha habido mucho apoyo, desde el portero hasta la secretaria del club. Inclusive, los padres de varios jugadores. Es gente muy atenta y noble”.
En su debut contra River Plate dejó una buena impresión: sumó 11 puntos, 8 rebotes, 1 bloqueo y 2 robos. Tomando en cuenta sus cuatro primeras presentaciones en la Liga Federal, promedia 9.75 puntos, 6.75 rebotes y 2.5 pérdidas de balón en 18.5 minutos disputados.
Sin embargo, reconoce que le ha costado adaptarse al calor del verano (diciembre-marzo) y ahora al invierno (junio-septiembre) en Argentina. De hecho, puede que su rendimiento en la cancha se haya visto afectado por su falta de aclimatación.
“Mucha gente cree que porque uno juega baloncesto tiene la vida resuelta, y no es así. Hay momentos en los que lloro de rabia, impotencia, decepción y ansiedad; pero luego me seco las lágrimas y me doy ánimos porque esto es lo que yo quiero”, comenta con optimismo.
A quien más extraña de Venezuela es a su mamá, así que se enfoca en seguir generando los ingresos suficientes para llevársela. Si bien es consciente de que no es el basquetbolista más talentoso de su clase ni mucho menos, espera terminar de consolidarse con Pedro Echagüe para volver a dar el salto en Europa.
“Soy un amante empedernido de Venezuela. Esto es lo que me da fuerza para seguir batallando no solo como jugador de baloncesto, sino también como migrante. Quiero dejar en alto mi país dentro y fuera de la cancha, que sepan que los venezolanos buenos y trabajadores somos más. A largo plazo espero darle mayor prioridad al periodismo deportivo”, concluye.