- El sumo pontífice destacó que la fuerza de la familia reside en su capacidad de amar
El papa Francisco recordó el 25 de noviembre que, aunque la Iglesia promueve la familia dentro del matrimonio, debe acoger también a parejas que conviven y a divorciados.
“La Iglesia debe acoger a todos, a todos, no olviden esta palabra”, señaló el pontífice en una audiencia con la comunidad académica del Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II para las Ciencias del Matrimonio y de la Familia.
Además, el papa insistió en la necesidad de ofrecer acompañamiento pastoral a quienes cohabitan aplazando indefinidamente su compromiso conyugal, así como de los divorciados vueltos a casar.
“Son bautizados, son hermanos y hermanas, el Espíritu Santo derrama en ellos dones y carismas para el bien de todos: su presencia en la Iglesia testimonia su deseo de perseverar en la fe, a pesar de las heridas de experiencias dolorosas”, añadió el papa.
El papa Francisco explicó que sin excluir a nadie, la Iglesia promueve la familia, fundada en el matrimonio, contribuyendo en todo lugar y en todo momento a hacer más sólido el vínculo conyugal, en virtud de ese amor que es más grande que todo, como lo es la caridad.
“En efecto, la fuerza de la familia reside esencialmente en su capacidad de amar y de enseñar a amar; por muy herida que esté una familia, siempre puede crecer desde el amor”, señaló el sumo pontífice.
Sacramentos para divorciados
El 3 de octubre, el papa Francisco defendió impartir los sacramentos a los divorciados que se hayan vuelto a casar y en ciertos casos también a los que no cumplen la continencia sexual reclamada por la Iglesia.
El pontífice estableció unos criterios básicos para la aplicación de la doctrina Amoris Laetitia, que no tiene que ver con permisos, sino de un proceso personal y pastoral que siga la via caritatis, es decir, el camino de la misericordia.
La doctrina de Amoris Laetitia se basa en el magisterio de los pontífices anteriores, que ya reconocían la posibilidad de los divorciados en nuevas uniones a acceder a la Eucaristía, es decir a tomar la hostia consagrada.
En concreto, Juan Pablo II sostuvo que esta apertura podría darse si la pareja se comprometía a vivir en plena continencia, es decir, absteniéndose de los actos propios de los cónyuges, en su exhortación apostólica Familiaris consortio de 1981.
Posteriormente, Benedicto XVI defendió que esa posibilidad podría otorgarse si la pareja se comprometía a vivir su relación como amigos, en su exhortación Sacramentum caritatis de 2007.
El papa Francisco avanzó un poco más en su magisterio aceptando que la propuesta de plena continencia para los divorciados y los casados en nuevas uniones “podría ser difícil de cumplir”.
“Por lo tanto se permite, en ciertos casos, tras un adecuado discernimiento, la administración del sacramento cuando no se consiga ser fieles a la continencia propuesta por la Iglesia”, expresó el Pontífice.
Bendición a las uniones homosexuales
El 26 de enero, el papa Francisco explicó que la Iglesia católica no bendice la unión homosexual, sino a las personas que juntas lo han solicitado.
“La intención de las bendiciones pastorales y espontáneas es mostrar concretamente la cercanía del Señor y de la Iglesia a todos aquellos que, encontrándose en diferentes situaciones, piden ayuda para continuar y a veces comenzar un camino de fe”, dijo el papa.
Subrayó que estas bendiciones no exigen perfección moral para ser recibidas y reiteró que, cuando una pareja se acerca espontáneamente para pedirlas, no se bendice la unión, sino simplemente a las personas.
La aclaratoria se dio luego de que , el 18 de diciembre de 2023, el Vaticano aceptó la posibilidad de bendecir a parejas en situación irregular o del mismo sexo sin equipararlas al matrimonio, según un documento publicado por la Congregación para la Doctrina de la Fe.
“Se puede entender la posibilidad de bendecir a las parejas en situaciones irregulares y a las parejas del mismo sexo, sin convalidar oficialmente su estatus ni alterar en modo alguno la enseñanza perenne de la Iglesia sobre el Matrimonio”, se lee en el documento escrito por el prefecto de esa congregación, el cardenal argentino Víctor Manuel Fernández.
Esta posibilidad supuso un cambio de postura respecto a la que la Congregación publicó en marzo de 2021, dirigida entonces por el español Luis Ladaria Ferrer, y que dijo que la Iglesia católica no podía impartir su bendición a las uniones de personas del mismo sexo.