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- El slow parenting está tomando fuerza cada vez en más países
Criar a los hijos suele ser una tarea complicada para los padres. No existe un método correcta o incorrecta de hacerlo, sin embargo algunos especialistas recomiendan practicar una nueva tendencia que se está expandiendo en el mundo: el slow parenting o crianza a fuego lento.
Este es un movimiento que se enfoca en educar de manera consciente y sin apuro a los niños, para permitirles un desarrollo a su propio ritmo y disfrutar de una infancia más relajada y equilibrada.
Este enfoque se basa en la filosofía del slow living (viviendo lento), que promueve la idea de desacelerar y disfrutar más de la vida.
Los expertos en este modo de vivir aseguran que criar a los niños bajo esta premisa les brinda una mayor autoestima y confianza en sí mismos. Además de reducir el estrés y la ansiedad.
El slow parenting puede ayudar a mejorar la relación entre padres e hijos, ya que se concentra en la comunicación abierta y la conexión emocional.
Como un guiso a fuego lento
Los expertos en slow parenting señalan que el desarrollo de los niños se debe hacer como un guiso: a fuego lento, sin prisas, sin saltarse etapas, y disfrutando de más tiempo libre juntos y sin planificación.
Este tipo de crianza intenta combatir la rapidez de la sociedad, la sobreprotección y el exceso de responsabilidades para los hijos. En cambio, plantean atender las necesidades y deseos reales del niño, así como también procurar pasar con ellos tiempo de calidad.
Ana Etchenique, miembro de la asociación Slow People, explicó al portal Infosalus que este movimiento invita a darle prioridad a la calidad de los momentos compartidos con los hijos para convertirse en un ejemplo de cómo es vivir sin apuro.
“El mensaje verbal no vale. Hay que ser coherentes porque de qué sirve decirles que estén tranquilos y calmados, si nosotros vivimos deprisa. A veces estamos muy atrapados y es complicado frenar, pero lo importante es tener conciencia de ello e intentar vivir más despacio cada vez que podamos”, resaltó Echenique.
Carl Honoré, líder del movimiento slow, ha descrito en varias publicaciones cómo le cambió la vida esta filosofía. Dejó de leerle cuentos a sus hijos para que se durmieran rápido y adoptó otro estilo de vida, cambiando sus prioridades en donde la falta de tiempo no le hace perder la paciencia. Al contrario, se toma las cosas con calma y asegura ser más feliz.
Claves del slow parenting
Para comenzar a practicar el slow parenting lo primero que recomiendan los expertos es dejar que los niños aprendan a su ritmo, sin forzarlos ni apresurarlos. Es decir, desde que nacen hay que dejarlos que por sí mismos se desarrollen, gateen, caminen y hablen cuando se sientan listos.
Etchenique plantea que los niños no están pendientes del reloj, su concepto del tiempo es distinto.
“Una de las ventajas, de los deleites de esta filosofía de lo lento y de llevar una vida sin prisas, es observar a los niños de nuestro entorno y poder disfrutar completamente de su evolución”, indicó la experta del movimiento slow.
Las actividades que se deben realizar para implementar esta técnica son:
-Pasar tiempo al aire libre con los niños
-Jugar, leer, cocinar y hacer actividades creativas juntos
-Reducir el uso de tecnología
-No apresurar ninguna tarea que deba hacer el pequeño
-Explicar las cosas con calma
-Dejar que los hijos hagan todas las preguntas que quieran y tomarse el tiempo de responderlas con detalle
La experta agregó que hay que fortalecer la imaginación de los niños, brindarles la oportunidad de inventar y crear.
“En vez de ver un video, que se inventen ellos una película y la graben, que escriban historias, que hagan las ilustraciones de un cuento que han leído. Eso es divertido y necesita de tiempo y tranquilidad. La lectura también es primordial: leer es perderse en el tiempo”, señaló Echenique.
Beneficios de la crianza lenta
“El enemigo de la humanidad es el estrés. El movimiento slow es una reacción a esta vida tan absurda que llevamos”, enfatizó la especialista.
Uno de los principales beneficios de la crianza lenta es que aleja a los niños del estrés. Y para esto, deben ver la misma conducta en los padres, para no transferirle prisas y preocupaciones que son de adultos.
Esta filosofía de vida le da a los niños la oportunidad de reflexionar y aprender a pensar por sí mismos. Con apuro solo hacen lo que se les dice, sin detenerse a preguntar el porqué de las cosas.
Otro beneficio es que al no recargarlos de tareas están más descansados y disfrutan más de todo lo que hacen.
Además, los ratos que compartan con los niños sin prisa les permite demostrar más afecto, condición que les fortalecerá la autoestima y evitará comportamientos hiperactivos.
Con estos beneficios, el movimiento slow parenting considera que los niños crecerán con una personalidad calmada y más segura.
