• El dominicano también fue el fundador de la orquesta Billo’s Caracas Boys, y se convirtió en uno de los compositores que más le cantó a la capital de Venezuela

El 5 de mayo de 2024 se conmemoran 36 años de la partida física de Luis María Frómeta Pereira (conocido como el maestro Billo), un dominicano que llegó a Venezuela durante el gobierno del general Eleazar López Contreras (1935-1941) y se quedó en el país hasta el día de su muerte.

Durante su carrera musical se convirtió en uno de los compositores que más canciones le dedicó a la ciudad de Caracas. En este trabajo de El Diario, se recuerdan todos esos temas escritos por quien también fue director de la orquesta Billo’s Caracas Boys.

Billo Frómeta llegó a tierras venezolanas procedente de Santo Domingo (República Dominicana) a bordo de un barco carbonero llamado Sordwagen. En ese momento el músico tenía 22 años de edad y, junto con sus compañeros de universidad, entre ellos Francisco “Simó” Damirón y Ernesto “Negrito” Chapuseaux, estaban huyendo de la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo (1930-1961), mejor conocido como “Chapita”.

“Realmente, (el viaje) no fue un salto sino un empujón. (…) Yo lo que hice fue porque en la universidad me puse hablar con los muchachos y a decirles: ‘señores, tenemos que irnos de aquí, de esta forma ya no se puede vivir’. Me expulsaron del Hospital Militar porque no quise vestirme con el uniforme militar. La bata (de médico) sí pero el uniforme no”, recordaba el maestro Billo en una entrevista de 1984 con el periodista colombiano Marco Aurelio Álvarez.

En República Dominicana, el maestro fundó la Santo Domingo Jazz Band, cuyo nombre fue cambiado a Ciudad Trujillo Jazz Band debido a que el dictador quisqueyano le había cambiado el nombre a la capital quisqueyana. Billo Frómeta siempre recordaba con humor que ese primer saxofón que tuvo para trabajar no le pertenecía y que se lo pedía prestado siempre a un sastre que vivía cerca de su casa.

“Es una historia muy divertida. En ese entonces yo estudiaba medicina y como todo estudiante no tenía nada, con qué comprar nada. Yo era uno de los que tampoco tenía nada, incluyendo el saxofón que quería traerme. Aproveché para que un buen sastre me prestara su saxofón para que yo tocara en los teatros y esas cosas. Cuando se armó lo del viaje, tuve mucho cuidado de no decirle nada a él. Y me vine a Venezuela, con la mala suerte de que él se enteró. Pero yo ya estaba montado en el barco”, contó el director de orquesta en reportaje hecho por la Fundación Bigott.

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36 años sin el maestro Billo Frómeta: ¿cuántas canciones le dejó a Caracas?
La Orquesta Billo’s Happy Boys en 1938. Foto: cortesía Gladys Palmera

Su llegada a Venezuela

Los muchachos aventureros llegaron al puerto de La Guaira el 31 de diciembre de 1937 para cumplir un contrato para tocar en el sitio de baile más prestigioso de la ciudad capital, el Roof Garden, que funcionaba en la esquina La Torre de la Plaza Bolívar. Los encargados de traerlos para amenizar la fiesta de fin de año en ese local fueron los hermanos Sabal, empresarios a cargo de la contratación de artistas para el sitio bailable.

“Vine por la carretera vieja (desde La Guaira). Imagínate llegar un 31 de diciembre por la tarde. No había empleados que nos atendieran. Eso era un lío. Teníamos que debutar en el Roof Garden a las 9:00 pm (…). Nos contrató un señor de apellido Sabal. Don Rafael Sabal. Ellos eran españoles judíos (…). Don Rafael era hermano de Julián Sabal”, declaró el maestro Billo entrevista con Carlos Eduardo Misle y Álvaro Paéz Pumar.

Su conexión con Caracas fue inmediata. Billo Frómeta recordaba que él llegó a la ciudad cuando esta apenas tenía 230 mil habitantes y que por las noches la capital se cubría de una espesa neblina que no dejaba distinguir los alrededores de la Plaza Bolívar.

“Cuando yo llegué, a las 3:00 am tú sentías los pasos de alguien que venía detrás de ti, pero no lo veías porque era una neblina tan grande. Y uno tenía que salir con un abrigo, los americanos le dicen coat. (…) Porque la neblina te empapaba”, comentó el maestro.

Luis María Frómeta trajo desde Santo Domingo el merengue dominicano, el cual nunca se había escuchado en Venezuela hasta que el maestro lo tocó con su debutante orquesta la Billo’s Happy Boys. El maestro siempre resaltaba que la idiosincrasia del dominicano y el venezolano le resultaban muy parecidas.

“Tanto el dominicano como el venezolano somos muy emotivos. Yo tenía miedo porque era la primera orquesta dominicana que salía de Santo Domingo. Y era mi primer viaje como músico. Pero se me ocurrió, como tenía que ser, empezar con un merengue dominicano. “Caña Brava”, nunca se me olvidará. Y desde luego la impresión fue agradable. Me aplaudieron a rabiar. (…) me emocionó tanto el aplauso que ese día me sentí tan unido a Caracas y tan unido a Venezuela, que ahí empezaron mis amores (por la capital venezolana)”, expresó el maestro Billo.

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La orquesta Billo’s Caracas Boys en 1952. Foto: El Diario

Sus canciones a Caracas

A lo largo de su trayectoria el compositor le dedicó un total de 26 temas a la ciudad de Caracas. La primera de las composiciones que el maestro Billo le dedicó a la ciudad capital fue “Caracas Vieja”, publicada en 1947 en un disco de 78 revoluciones por minuto (RPM) para el sello disquero RCA Víctor.

La canción fue interpretada por el bolerista Miguel Briceño acompañado de la Billo’s Caracas Boys. “Caracas vieja / la de rejas discretas / Caracas vieja / la de dulces canciones / Contigo llevas / Mis más tiernos recuerdos / Noches de luna / Serenatas y un balcón”, dice una parte de los versos de esta pieza musical.

La segunda canción del director de orquesta dominicano para Caracas fue una en la que mencionaba a un supuesto espanto que asustaba a los transeúntes que cruzaban por la esquina de Gradillas de la Plaza Bolívar. “El Muerto de las Gradillas” fue estrenada en un disco sencillo del sello “Billo” en el año 1949.

Esta canción fue utilizada para la película Yo quiero una mujer así, producida por Bolívar Films y que contó con la dirección del argentino Juan Carlos Thorry, con diálogos de Aquiles Nazoa. En este film participaron Olga Zubarry, Amador Bendayán, Martha Olivo, Héctor Monteverde, Elena Fernán, Francisco Álvarez y Renny Ottolina. Se estrenó el 23 de agosto de 1950.

Durante el gobierno de la junta militar (1948-1958) encabezada por el general Marcos Pérez Jiménez, Luis Felipe Llovera Paéz y Germán Suárez Flamerich, Luis María Frómeta compuso y estrenó en 1951 la canción “Cuando terminen la autopista”. El autor hacía referencia a la construcción de la autopista Caracas-La Guaira, que fue inaugurada el 2 de diciembre de 1953.

Ya en su tercera composición referente a la capital de Venezuela, el maestro Billo optó por jugar con sus seguidores diciendo que las muchachas de Caracas tenían un defecto que no lo podía revelar públicamente.

La guaracha titulada “Las muchachas de mi tierra”, interpretada por Manolo Monterrey y que salió al mercado en 1952, decía entre sus líneas lo siguiente: “Las muchachas de Caracas / Son las reinas del vestir / Pero tienen un defecto / ¿Cuál, cuál, cuál, Manolo? / Que no lo puedo decir”. Ese mismo año la Billo’s sacó otros dos temas de la autoría de su director titulados “La burrita de Petare” y “Luna Caraqueña”.

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El lío por “las muchachas caraqueñas”

La siguiente composición del dominicano fue versionada por lo menos dos veces luego de que la Billo’s Caracas Boys la interpretara. “Las muchachas caraqueñas” fue sacada al mercado en 1954 y fue cantada a dúo por Manolo Monterrey y Rafa Galindo en otro disco del sello “Billo”. La primera agrupación en versionar este tema fue la Sonora Matancera de Cuba, con un arreglo de Severino Ramos interpretado por Carlos Argentino. Esta versión tuvo mucha difusión en el Caribe, debido al gran reconocimiento de este conjunto cubano para esa época.

Aproximadamente 20 años después, Johnny Pacheco hizo una versión junto con su orquesta para el sello “Fania”. En el disco titulado El Maestro (publicado el 15 de febrero de 1975), Pacheco incluyó esta guaracha de “Las muchachas” pero no le dieron los créditos de su autoría a Billo Frómeta. En su lugar colocaron en los créditos “derechos en depósito”, algo que no fue del agrado del maestro Luis María Frómeta.

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El maestro Billo tocando su saxofón. Foto: El Diario

Un cubano en Caracas

Quizás muchos recuerdan a Billo como un arreglista de corte popular, pero lo que pocos conocen es que el músico dominicano también se destacaba en la composición de piezas de corte sinfónico. En diciembre de 1955 participó en un disco que fue obsequiado a los socios de la General Electric que se tituló Concierto venezolano. Allí el maestro estrenó una fantasía sinfónica llamada “Un cubano en Caracas”, una pieza que consistía en la mezcla de “El manicero” (de Cuba) y el “Alma llanera” (de Venezuela) en una sola canción.

En 1959 Billo Frómeta le dedicó al músico y compositor Juan Vicente Torrealba un joropo en donde le pedía que le compusiera algo a la ciudad capital. Es ahí cuando la orquesta Los Melódicos estrenaron “Mensaje a Juan Vicente”, cantado por el caraqueño Víctor Piñero. Pero es en noviembre de 1960 cuando la Billo’s Caracas Boys lanzó el álbum Paula, en donde el director de orquesta dominicano estampó su composición más conocida: “Canto a Caracas”. En el epitafio del maestro se lee un pasaje de esta pieza: “En vez de una oración sobre mi tumba / el último compás de alma llanera”.

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En noviembre de 1962, el quisqueyano estrenó el bolero “En Caracas”, con la interpretación de Felipe Pirela. Cuando la capital venezolana ya empezaba a modernizarse a mediados de la década de los sesenta, el músico sacó “Sueño Caraqueño” (abril de 1965) con las voces de Memo Morales y Cheo García.

A partir del cuatricentenario de la ciudad, Billo se consolidó como “El cantor de Caracas”, con títulos como: “Caracas, siempre Caracas” (1966), “Epa, Isidoro” (1966), “Mi novia es Caracas” (1966), “Avileña” (1966), “El mielero” (1967), “Mi viejo Guaire” (1967), “Caminito avileño” (1972), “El metro” (1974), “El amolador” (1974), “La canción de Caracas” (1975), “Capillita del Calvario” (1978), “Caracas quiere una gaita” (1983) y “Nuevo Circo” (1985).

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La orquesta estrenando el pasodoble “Nuevo Circo”. Foto: archivo El Diario de Caracas

“Caracas, pórtate bien”

En 1988, el maestro Billo ya contaba 72 años y más de 50 años de carrera artística. La Billo’s Caracas Boys venía de romper el récord Guiness en los carnavales de Tenerife de 1987, con una asistencia de más de 250 mil personas en una presentación en donde la orquesta alternó con Celia Cruz y la Sonora Matancera. En noviembre de 1987, el director había concedido una entrevista para el diario 2001 en donde dijo que Caracas seguía siendo su inspiración: “Yo me considero todavía su novio, ¡continúo enamorado de ella!”.

El 27 de abril de 1988, Billo estaba ensayando con la Orquesta Sinfónica de Venezuela para un concierto que él iba a dirigir en el Teatro Teresa Carreño. Estaban ensayando la pieza “Un cubano en Caracas” y los músicos al enterarse de que dicha canción era composición de Billo Frómeta lo aplaudieron con los instrumentos, algo que provocó tanta emoción en el maestro que sufrió un derrame cerebral.

El dominicano fue trasladado a la Clínica Santiago de León de Caracas, pero nunca logró recuperarse del incidente que tuvo, y murió el 5 de mayo de 1988. Pero antes de su partida había dejado un último testimonio de su amor por la capital venezolana. “Caracas, pórtate bien” es el testamento musical de Billo Frómeta. “Caracas de mi querer / Cuando ya no esté contigo / No te olvides de tu amigo / Que te pide, por favor, pórtate bien”, termina la pieza.

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